
Michelangelo
Merisi Caravaggio, Biografía y obra
Caravaggio es
uno de los genios de la pintura de todos los tiempos. Desarrolló
su trayectoria artística a fines del siglo XVI y principios
del XVII.

Su pintura se
caracteriza por su naturalismo y tenebrismo.
Pinta preferentemente
bodegones, temas mitológicos y con mayor abundancia temas
religiosos, donde siempre toma como modelos a gentes sencillas y
humildes del pueblo, por lo que sustrae a sus personajes su carácter
sagrado. Por ello, la obra de Caravaggio no gustó demasiado
a la Iglesia del momento.
En sus obras
podemos observar una evolución estilística:
La
primera pintura de Caravaggio
En esta fase
inicial el pintor plasma los fondos claros y luminosos, y emplea
el naturalismo en las naturalezas muertas y las personas.
Algunas de las
obras de Caravaggio de esta primera etapa son El cesto de frutas
y Bacco
La
etapa de madurez de Caravaggio
En
la etapa de su madurez es cuando más utiliza el recurso del
tenebrismo y el naturalismo. Para buscar los diferentes planos introduce
la luz sólo por uno de los ángulos superiores dejándola
caer diagonalmente. Este contraste luminoso se usa también
para exagerar los gestos y hacerlos más teatrales, en el
caso del Tenebrismo en Italia. En España, este sistema lumínico
se empleó para resaltar la sobriedad del tema o del gesto.
En esta etapa
de la vida y obra de Caravaggio predominan los temas religiosos,
pero el pintor representa las divinidades humanizadas, tomando modelos
de la vida cotidiana.
Las pinturas
más importantes de Caravaggio en esta etapa son:
La Muerte
de la Virgen.
La luz incide
en la Virgen y en algunos personajes (manos y rostro) para resaltarlos.
Estos contrastes de luz nos transmiten sensaciones dramáticas
y resaltan los valores escultóricos. Hay una gran expresividad
con los gestos de las manos y los rostros. Tiene gran importancia
el color.
Lo que más
llama la atención es la vulgaridad de los personajes, tanto
la Virgen, como el resto de los personajes (En el caso de la Virgen,
Caravaggio tomó como modelo a una mujer ahogada).
El Entierro
de Cristo.
Para este cuadro,
Caravaggio emplea la línea diagonal para la composición
a la vez que fuertes contrastes de luz.
Existe un gran
naturalismo en la representación a la vez que dramatismo,
especialmente exagerado en la actitud de las Marías, que
consigue poniendo casi en blanco sus ojos.
El fondo es negro lo que acentúa el dramatismo y valores
escultóricos.
Hay cierta vulgaridad
hasta en el propio rostro de Cristo, así como en el resto
de los personajes, cuyos modelos serían, de nuevo, gente
sencilla del pueblo. El fondo no existe. No le interesa ni el paisaje
ni la profundidad.
El punto de
vista empleado es muy bajo por lo que el cuadro está realizado
para ser visto de abajo a arriba.
Cristo con
los peregrinos de Emaús.
Es otra de las
grandes obras del naturalismo y tenebrismo de Caravaggio. El tenebrismo
se consigue con un foco luminoso limitado a la izquierda de la parte
superior. El naturalismo y dinamismo se obtienen gracias a los movimientos
de la mano de Cristo y escorzo de las figuras de los peregrinos
y la expresión de sorpresa en el rostro de los peregrinos
al conocer la identidad de Cristo.

El peregrino
marca la profundidad del cuadro con sus brazos en cruz.
Resulta chocante
la posición que adopta el otro peregrino, mostrándonos
el codo por la ropa raída y es el punto más cercano
al público.
Destaca la minuciosidad
en el bodegón de la mesa donde el canasto parece que va a
caerse.
Santa Catalina.
Caravaggio representa a la santa con una rueda, una espada y la
falda del martirio en un fondo oscuro. El cuadro está desprovisto
de majestuosidad y sacralidad, pues el personaje protagonista ni
está de pie, ni rodeada por ángeles, ni acompañado
de otras referencias que acusen grandilocuencia.
San Jerónimo.
Se trata de un cuadro muy tétrico donde San Jerónimo
aparece con manto rojo.
Caída
de San Pablo.
Se trata de una pintura muy dramática donde San Pablo aparece
en el suelo con los brazos abiertos en forma de "V", lo
que genera sensación de movimiento.
Existe una gran
contraposición de volúmenes, formada por los distintos
tamaños del caballo, San Pablo y la otra figura.
Para representar
la aparición divina y sobrenatural que fuerza la caída
y conversión de San Pablo, Caravaggio emplea el color amarillo
para la luz que ilumina la escena.
Otras obras
importantes de Caravaggio de su etapa tenebrista son la serie de
cuadros con la vida de San Mateo (Iglesia de San Luis de los Franceses)
y el Ciclo referido a San Pedro (Santa María del Popolo,
Roma).
