
Introducción
al mundo de la Arqueología
Breve
historia de la Arqueología
El
término arqueología entre los historiadores antiguos
tenía el significado de estudio del pasado, pero se trataba
de un estudio en el que sólo se tenían en cuenta los
restos materiales y no la situación social, económica
o política que constituía el contexto de dichos vestigios,
asociándose además casi exclusivamente a los objetos
procedentes del mundo griego y romano.
La situación
no cambió mucho durante la Edad Media y apenas existió
interés por la conservación y el análisis de
los vestigios del pasado. Fue el Humanismo, con su afán de
coleccionismo y su curiosidad por la antigüedad greco-romana
el que imprimió un cambio en este comportamiento.
Se
toma el año 1764 como referencia para el nacimiento de la
arqueología moderna, año en que Johann Joaquim Winckelmann
publicó su obra Historia de las artes del diseño en
la antigüedad, en la que por primera vez se incluían
las obras de arte en su contexto histórico. Sin embargo este
autor, influenciado por al estética neoclásica, daba
prioridad al arte griego sobre el romano, al que consideraba una
mera copia. Tuvo que llegar Alois Riegl para que este pensamiento
se transformara y para que comenzara a considerarse que las obras
de arte estaban en relación con la época en que fueron
realizadas y no con un modelo ideal. Esta revalorización
de lo romano llevó consigo, además, que los estudios
se extendieran también a otros ámbitos ajenos al mundo
clásico.
En el siglo
XVII, pero sobre todo a lo largo del siglo XIX y principios del
XX se realizaron numerosos descubrimientos arqueológicos:
Pompeya y Herculano, Troya (Heinrich Schliemann), el Palacio de
Knossos (Arthur Evans) o la tumba de Tutankamon (Howard Carter)
fueron algunos de ellos. Por otra parte, se logró el desciframiento
de la escritura jeroglífica y de la cuneiforme. Sin embargo
todo este afán seguía estando orientado fundamentalmente
a la búsqueda de objetos curiosos para exponer en los museos
y en las colecciones privadas, más que a un verdadero interés
histórico. Sin embargo, junto a estos hallazgos también
comenzaron a salir a la luz restos más antiguos asociados
a fósiles de animales extintos. Nacieron así disciplinas
como la prehistoria que, no pudiendo valerse de fuentes escritas,
comenzaron a revalorizar los objetos de la cultura material como
testimonios del pasado. Así, con el paso de los años,
la arqueología fue adoptando aspectos históricos y
antropológicos, dejando de lado la orientación más
artística y de "anticuariato" que tenía
inicialmente.

El año
1940 supuso un punto de inflexión en los estudios arqueológicos
cuando Walter Taylor inauguró la llamada nueva arqueología,
abanderada más tarde por Lewis R. Binford, que proponía
un estudio más orientado hacia la comprensión de la
evoción cultural y no tanto a la mera catalogación
y datación de los objetos encontrados. Esta teoría
se basaba en las leyes evolucionistas, hacía uso de complejos
métodos informáticos y pretendía basar los
cambios culturales en leyes. Desde entonces las teorías se
han sucedido y hoy la nueva arqueología se considera superada.
Técnicas
de la Arqueología
La principal
técnica de investigación es la excavación estratigráfica,
inventada por el inglés Mortimer Wheeler, en la que se recogen
materiales de un terreno dividido en cuadrados disponiéndolos
con una secuencia cronológica. Este es el primer método
utilizado para datar un objeto y se puede complementar llevando
a cabo una comparación estilística con otros objetos
similares.
Sin
embargo, si lo que se pretende es obtener una datación absoluta
que indique con precisión la antigüedad, es necesario
hacer uso del método del carbono 14, siempre y cuando se
trate de restos orgánicos. Este método, perfeccionado
después de la II Guerra Mundial, dio un giro de 180 grados
a los estudios arqueológicos al permitir, por primera vez,
la obtención de fechas absolutas. En caso de tratarse de
otro tipo de vestigios se puede usar el uranio 238, los radioisótopos
o el potasio argón, entre otros. La dendrocronología
se utiliza para datar los restos vegetales y la termoluminiscencia
y el arqueomagnetismo para las cerámicas. Existen además
muchos otros métodos más específicos y complejos
que se emplean dependiendo del material que se pretende estudiar.
Para intentar
reconstruir el ambiente de otras épocas se utilizan técnicas
como la arqueozoología y la arqueobotánica; mientras
que la arqueoastronomía sirve para, mediante el estudio de
los fenómenos celestes y la orientación de las construcciones
antiguas, aportar nuevos datos a la investigación.
Disciplinas
como la geología, la física, la química, la
antropología cultural, la etnología, la estadística,
incluso la lingüística o la historia del arte, por citar
solamente algunas, son disciplinas complementarias fundamentales
para completar las investigaciones arqueológicas.
Sin embargo
aunque asociamos generalmente la arqueología con el estudio
de restos muy antiguos, no siempre es necesariamente así
y desde hace tiempo se utilizan los procedimientos de esta disciplina
para analizar periodos mucho más recientes como la Edad Media,
la época de la Revolución Industrial o incluso en
ocasiones fechas tan recientes como las actuales.
El trabajo del
investigador se desarrolla en varias fases que incluyen la consulta
de textos especializados, artículos científicos, estudios
geofísicos y ambientales, etc., hecho lo cual se procede
a la localización del yacimiento a través de métodos
tan dispares como el radar, los infrarrojos, el electromagnetismo
o la fotografía aérea. Sólo entonces se recogen
meticulosamente los datos siguiendo alguno de los múltiples
procedimientos que en la actualidad existen. La finalidad es establecer
las fechas de los restos encontrados y ubicarlos en su correspondiente
contexto cultural. Una vez recogida toda la información que
se haya podido extraer de los vestigios encontrados, el arqueólogo
realiza una descripción de los procesos que generan los cambios
producidos y el porqué de éstos.
Como conclusión
podemos extraer que, según pongamos el acento en un aspecto
o en otro, la arqueología puede ser una ciencia que analiza
los restos materiales de nuestros antepasados o bien una disciplina
encargada de reconstruir el modo de vivir y pensar de aquellos pueblos.
Pero sea cual sea su definición, lo cierto es que gracias
a ella hemos sido capaces de saber de sus costumbres, sus gustos,
sus creencias y temores, sus ideas..., información toda ella
de enorme valor que nos aporta, además, un profundo conocimiento
sobre nosotros mismos como herederos de aquel legado.
