En España
predomina la pintura profana, costumbrista y adquiere un gran desarrollo
el fresco.
Al igual que
ocurre en la arquitectura, los monarcas españoles habían
llamado a pintores franceses e italianos para que trabajasen en
la decoración del Palacio Real. Será Rafael Mengs,
impulsor y difusor del Neoclasicismo, con quien se produce la renovación
de la pintura española.
Rafael
Mengs (1728-1779)
En 1761 llega
Mengs a España llamado por Carlos III, quien le nombra pintor
de cámara. Desde la Academia de Bellas Artes de San Fernando
ejercerá una gran influencia en la formación de otros
pintores españoles, como Mariano Salvador Maella y Francisco
Bayeu.

Practicó
el retrato y la pintura al fresco con temas alegóricos, religiosos
y mitológicos. Su dibujo es preciso, seguro y meticuloso.
Algunas de sus obras son El triunfo de la Aurora o La Apoteosis
de Adriano.
Dirigió
la fabrica de Tapices, para la que trabajaron muchos cartonistas
como Bayeu, Goya, José del Castillo.
Francisco
Bayeu (1734-1795)
Bajo
la tutela de Mengs participó en las diferentes decoraciones
del Palacio Real.
Como excelente
fresquista Francisco Bayeu será el encargado de la realización,
en ocasiones con Maella, de la decoración de las principales
obras del momento.
También
llevó a cabo la decoración del Convento de San
Pascual Bailón en Aranjuez, la de la Colegiata de
La Granja junto a Mealla, la del Palacio de El Pardo,
la del Claustro de la Catedral de Toledo o la del Palacio
de Aranjuez. Dentro de los encargos reales no debemos olvidar
los cartones para tapices.
Fuera de los
encargos de la Monarquía la obra más importante que
llevará a cabo Francisco Bayeu será el ciclo decorativo
para la Basílica de El Pilar de Zaragoza, en las decoraciones
también participará Goya, su cuñado.
Algunas de sus
obras más destacadas son:
El majo de
la guitarra, que es un cartón para tapiz donde muestra
su gusto por los temas populares.
El Paseo
de las Delicias en Madrid, la escena está realizada con
un delicado colorido de tonos grises, azules y rosados.
La tiranía de Gerión, El vendedor de claveles
o Puente sobre el canal de Madrid.
Mariano
Salvador Maella (1739-1819)
Se formó
en la Academia de San Fernando y viajó a Roma para contemplar
las grades obras clásicas, fue pintor del rey y discípulo
de Mengs.
Es continua
su participación en la decoración del Palacio Real,
el de El Pardo y el de El Escorial. También destaca su
actividad en la decoración de la Colegiata de la Santísima
Trinidad de la Granja, el claustro y el ochavo de la Catedral
de Toledo, la bóveda de la Catedral de El Burgo de
Osma.

Con el paso
del tiempo, abandona la decoración al fresco y se centra
en cuadros de caballete entre los que destacan sus representaciones
de la familia real. Mariano Salvador Maella fue, tras la marcha
de Mengs, el retratista oficial de la Monarquía destacando
los numerosos retratos de Carlos III a lo largo de su reinado,
los dos de la Infanta Carlota Joaquina, el de Fernando
VII, etc.
Por último,
las alegorías y los temas religiosos también abundarán
en su producción. Convienen destacar las realizaciones de
cartones para tapices de la Real Fabrica de Tapices.
Vicente López
le sustituirá como Primer Pintor de Cámara del Rey.
José
del Castillo
Fue colaborador
de la Real Fábrica de Tapices. Su labor más meritoria
son sus cartones para Santa Bárbara y algunos lienzos
de temas campestres. Intervino en la ilustración de una edición
de El Quijote que fue publicada por la Real Academia Española.
Después
de la Guerra de la Independencia surgen otros pintores más
jóvenes que continúan con el Neoclasicismo. Destacan
José Madrazo, Juan Antonio Ribera y José Antonio Aparicio.
José
de Madrazo
José
de Madrazo era el líder del Neoclasicismo español
tras el intervalo de la Guerra de la Independencia.
Estudió
en París en el taller de David y también colaboró
con Ingres en Roma, del cual aprendió la pureza de líneas
y luminosidad que caracterizaron su obra.
De sus cuadros
el más conocido es la Muerte de Viriato, que plantea
la regla de las tres unidades, que se había extraído
del teatro clásico: unidad de acción, unidad de espacio
y unidad de movimiento. La propia escena parece de teatro, puesto
que los telajes de la tienda del asesinado parecen los telones de
fondo del escenario, que impiden que la mirada del espectador se
detenga en otros motivos que no sean la escena principal.
Priman el dolor
y el sentimiento, la tragedia que significa para las tropas la muerte
de su jefe.
Las figuras
se alinean a lo largo del espacio, perfectamente proporcionadas,
armoniosas en sus movimientos hasta el punto de crear un ritmo visual
que conduce la mirada desde la cabecera del muerto hasta el extremo
izquierdo, donde espera el ejército.
La luz es diáfana,
unitaria, y perfila los contornos de los objetos sin dar lugar a
contrastes ni manchas. Tiene todas las características de
un arte que pretende recuperar la esencia formal del clasicismo.
José
Antonio Aparicio y Juan Antonio Ribera estudiaron en Roma, sintieron
admiración por David y demostraron un perfecto conocimiento
del mundo clásico en sus composiciones, llenas de equilibrio
entre dibujo y color, pero evolucionarán hacia las formas
del romanticismo.
