
Los
Talayots baleáricos
El
fenómeno del megalitismo se extendió por Europa hacia
el año 3000 antes de Cristo. Dólmenes, mehires, cromlech,
alineamientos, etc. eran construcciones realizadas a base de gigantescas
rocas que por su majestuosidad se han convertido quizá en
los símbolos más característicos del periodo
neolítico.
Estas edificaciones
proliferaron también a la Península Ibérica
y llegaron a las Islas Baleares, pero allí se desarrollaron
con unas características muy particulares.
Los primeros
pobladores de las Baleares debieron llegar en torno al segundo milenio
antes de Cristo procedentes del norte de África. Aunque inicialmente
sólo realizaron construcciones con materiales perecederos,
poco después comienzan a aparecer dólmenes, navetas
y enterramientos en cuevas artificiales que progresivamente se van
haciendo más complejos.

Aunque no se
sabe con certeza, todo parece indicar que en algún momento
de ese segundo milenio se produce un cambio en la estructura social
de aquellas gentes. Las hasta entonces pacíficas sociedades
dejan de estar articuladas en torno a un núcleo familiar
y empieza a vislumbrarse en ellas una fuerte organización
jerárquica. La influencia de la cultura del Vaso Campaniforme
y de otros pueblos megalíticos mediterráneos serán
otros factores que contribuyan a originar lo que se conoce por Cultura
talayótica, en referencia a los llamados talayots (aumentativo
de atalaya), los monumentos más emblemáticos de la
antigüedad de las islas.
Al
principio los monumentos consistían en túmulos escalonados,
pero a medida que avanza la Edad de bronce empiezan a construirse
un gran número de torres troncocónicas realizadas
todas ellas a base de enormes piedras ciclópeas, colocadas
horizontalmente formando un talud, pero cuyas tipologías
difieren entre Mallorca y Menorca. Será esta la etapa del
apogeo de la cultura de los talayots, y de ella se conservan más
de quinientos entre ambas islas, como el de Sa Clova d'es Xot, uno
de los ejemplos más bellos y mejor conservados.
Las tipologías
de talayots son variadas y, aunque los más abundantes son
los de planta circular, también se ha hallado de formas rectangulares
o cuadrados. Suelen tener una o varias cámaras en su interior,
y en función de la distribución de éstas, se
han establecido varias categorías. Algunos alcanzan hasta
nueve metros de altura, con columnas centrales para sostener los
pisos superiores.
La función
que tenían estas construcciones no está claramente
definida. En algunos casos parece que se trataba de construcciones
defensivas ya que estaban levantados en posiciones estratégicas,
siendo incluidos en ocasiones dentro de los lienzos de las murallas
que protegían algunos poblados.
En otros casos,
los enterramientos encontrados en su interior indican que la finalidad
era funeraria. Quizá se trataba de edificaciones para delimitar
territorios, señalando el área de influencia de los
diferentes asentamientos, para hacer ostentación de poder
y prestigio o incluso puede ser que se utilizaran como vivienda
en algunos casos.
De cualquier
manera, la larga duración de estos monumentos en el tiempo
es probable que haya conllevado cambios en su utilización,
así como sucesivas reconstrucciones y modificaciones, lo
que dificulta el trabajo de los investigadores a la hora de determinar
su función. El gigantesco tamaño de las piedras utilizadas
en los talayots debió de exigir un gran esfuerzo por parte
de aquellas gentes. A veces aparecen aislados, pero en numerosas
ocasiones se localizan en grupos.
El Mallorca
podemos destacar los de Son Fornés, Capicorp Vell o el anteriormente
mencionado de Sa Clova d'es Xot. En Menorca los de Sant Agustí
Vell, Torre Nova o Torrelló en Maó son algunos de
más importantes.
Los arqueólogos
barajan la hipótesis de que quizá fue la amenaza de
los Pueblos del Mar lo que motivó la construcción
de semejantes fortificaciones. En torno al año 1200 antes
de Cristo una convulsión recorrió todo el Mediterráneo.
La crisis trajo consigo guerras, invasiones y masivos desplazamientos
de la población.
Entra dentro
de lo posible pues, que fueran poblaciones procedentes del Mediterráneo
oriental las que llegasen a las islas, trayendo consigo, además
de innovaciones tecnológicas y culturales, el marcado carácter
militarista necesario para levantar estructuras como los talayot.
Pero también puede ser que se tratara simplemente las luchas
intestinas entre los poblados, fruto de la superpoblación,
las que hicieran necesaria la construcción de las torres.
El hecho de que en Córcega y Cerdeña se hallan encontrado
estructuras con forma de cono truncado, denominadas nuragas (torres
huecas) puede dar pistas a los estudiosos acerca de la procedencia
y la intención de sus equivalentes Baleares.
Las navetas
(que en catalán significa "nave pequeña")
son otra de las edificaciones megalíticas características
de las Baleares. Construidas también con enormes bloque de
piedra dispuestos de forma trapezoidal, tienen forma de nave invertida
y se emplearon sobre todo para una finalidad funeraria. Una de las
más espectaculares en la Naveta d'es Tudons, cerca de Ciutadella.
Y por último
también tenemos las llamadas taulas (del catalán taula,
"mesa") que vienen a ser como un dolmen pero en el que
la losa horizontal, en lugar de estar apoyada en dos verticales,
ha sido sustituía por una sola piedra central formando una
especie de "T". Su finalidad es un misterio y se cree
que pudieron ser usadas para llevar a cabo sacrificios rituales
o con fines funerarios.

Debemos señalar
además que en la cultura talayótica también
se construyeron casas. Las de la isla de Menorca son quizá
las más conocidas, realizadas con piedra, con un patio central
y columnas monolíticas.
Esta cultura,
tan fascinante como poco conocida, se prolongará hasta la
anexión de las islas por parte del Imperio Romano en torno
al siglo II antes de Cristo. A partir de ese momento la población
de las Baleares se integrará en la cultura latina, entrando
definitivamente en la historia propiamente dicha.
