Surrealismo.
Pintura surrealista
El
Surrealismo comienza en 1924 en París con la publicación
del "Manifiesto Surrealista" de André Breton, quien
estimaba que la situación histórica de posguerra exigía
un arte nuevo que indagara en lo más profundo del ser humano
para comprender al hombre en su totalidad.
Siendo conocedor
de Freud pensó en la posibilidad que ofrecía el psicoanálisis
como método de creación artística.
Para los surrealistas
la obra nace del automatismo puro, es decir, cualquier forma de
expresión en la que la mente no ejerza ningún tipo
de control. Intentan plasmar por medio de formas abstractas o figurativas
simbólicas las imágenes de la realidad más
profunda del ser humano, el subconsciente y el mundo de los sueños.
Para lo que utilizan recursos como: animación de lo inanimado,
aislamiento de fragmentos anatómicos, elementos incongruentes,
metamorfosis, máquinas fantásticas, relaciones entre
desnudos y maquinaria, evocación del caos, representación
de autómatas, de espasmos y de perspectivas vacías.
El pensamiento oculto y prohibido será una fuente de inspiración,
en el erotismo descubren realidades oníricas, y el sexo será
tratado de forma impúdica.
Se interesaron
además por el arte de los pueblos primitivos, el arte de
los niños y de los dementes. Preferirán los títulos
largos, equívocos, misteriosos, lo que significa que importaba
más el asunto que la propia realización.
Precedentes
del Surrealismo
Los
pintores se encontraron con precedentes en Los caprichos de Goya,
en el Bosco y Valdés Leal, aunque los más inmediatos
deben buscarse en el movimiento Dada y en Giorgio de Chirico, creador
de la pintura metafísica.
Chirico crea
un mundo enigmático que es reflejo de la desolación
provocada por la guerra, que se percibe inquietante y desolador.
En Héctor y Andrómeda, introduce maniquíes,
únicos seres capaces de habitar sus plazas desiertas y calles
que se sumergen en el infinito. La pintura de Chirico es el principal
antecedente del surrealismo.
Los
artífices del surrealismo
Observamos dos
vertientes. El surrealismo abstracto, donde artistas como Masson,
Miró o Klee crean universos figurativos personales a partir
del automatismo más puro. Y Ernst, Tanguy, Magritte o Dalí
que se interesan más por la vía onírica, un
surrealismo figurativo cuyas obras exhiben un realismo fotográfico,
aunque totalmente alejadas de la pintura tradicional.
Ernst
(1891-1979)
Llegó
a ser uno de los principales exponentes del Surrealismo utilizando
la técnica del frotagge. Consiste en frotar una mina de plomo
o lápiz sobre un papel que se apoya en un objeto y se deja
así su huella en dicho papel, con todas sus irregularidades.
Las imágenes surgidas aparecerán cargadas de misteriosas
evocaciones, de signos de catástrofe y desolación.
Ciudades, Europa después de la lluvia.
Tanguy
(1900-1985)
Representa sueños
desligados a toda referencia a la realidad. Los horizontes, la sensación
de infinito, la presencia de objetos misteriosos y sin correspondencia
con la realidad objetiva y las alusiones a signos sexuales caracterizan
su obra consiguiendo provocar angustia y misterio. Unos transportes;
Días de lentitud; Mamá, papá está
herido.
Magritte
(1898-1976)
Ofrece cierta
similitud con Chirico, es uno de los surrealistas más claramente
simbolistas.
Provoca el choque
emotivo de color aplicado a formas realistas puestas en lugares
y momentos inverosímiles. Realiza absurdas combinaciones
de paisajes, arquitecturas, esculturas, ambientes externos e internos.
En El tiempo detenido muestra el interior de una habitación
en el que un tren sale llameante de una chimenea doméstica.
La voz de los vientos es la premonición de una amenaza,
un grupo de globos pesados que flotan y son símbolo de algo
que puede aplastar.
Masson
(1896-1987)
Analiza la estructura
del objeto para convertirlo en una elucubración intelectual.
Parece que el color, conjugado de modo personal y con una valoración
casi abstracta es lo que más le importa. Su modo es más
vital, sin la opresión angustiosa de la mayoría de
los surrealistas. Dibujo automático, Desnudo, Ánfora.
Chagall
(1887-1985)
Presenta hechos
sacados de la realidad pero dentro de un ambiente ensoñador.
Sus figuras vuelan sobre el paisaje. Yo y la aldea, evoca
una serie de elementos reales de su tierra natal (casas, vacas...),
pero la magia del sueño lo transmuta. La vaca acoge en su
cabeza a una lechera ordeñando, la campesina puede andar
con la cabeza en el suelo, etc.
Joan
Miró (1893-1983)
"Me
es difícil hablar de mi pintura, pues ella ha nacido siempre
en un estado de alucinación, provocado por un shock cualquiera,
objetivo o subjetivo y del cual soy enteramente irresponsable".
Es el máximo
representante del surrealismo abstracto, aunque fue solamente una
fase dentro de su producción.
Sus cuadros
están llenos de poesía. Pinta con colores puros y
tintas planas. La obra clave en su evolución es El carnaval
del arlequín (1924).
Crea un mundo
propio que se abre paso a la abstracción. Sus imágenes
son simples, con pocos trazos, a la manera de los niños.
Rechaza la perspectiva, el modelado, el claroscuro y el acabado
minucioso. Traza signos abstractos, simples, que no tratan de expresar
una idea, sino que desean bastarse a sí mismos y son extraídos
de lo irracional.
Personajes
de noche, El bello pájaro descifra lo desconocido a una pareja
de enamorados, Naturaleza muerta con zapato viejo, Mujeres y pájaros
en claro de luna.
Los años
de la guerra civil española y mundial lo alejaron de la aventura
surrealista. Una de las últimas obras fue el revestimiento
cerámico del edificio de la UNESCO en París, Noche
y día.
Salvador
Dalí (1904-1989)
Dalí
es más escandaloso y extravagante de todo el grupo. Sus cuadros
presentan figuras imposibles fruto de su imaginación.
Le caracteriza
la provocación y su método "paranoico-crítico".
Su primera etapa surrealista es furiosa y ácida, las formas
se alargan, se descomponen o resultan de apariencia equívoca.
Utilizará alusiones al sexo y la paranoia. La sangre es
más dulce que la miel, La persistencia de la memoria, El
ángelus arquitectónico o Premonición
de la Guerra Civil.
También
son característicos sus relojes blandos, sus altas y destacadas
figuras sobre un lejano horizonte y las vistas de Cadaqués.
Más adelante
su estilo se hará más barroco en Leda atómica
y en El Cristo de San Juan de la Cruz, donde el sentido de
la composición y del espacio es más clásico,
pero siempre inquietante.
Su pintura resulta
excepcional en sus calidades plásticas por la corrección
en el dibujo y por la presencia de la luz, transparente y limpia.
El Surrealismo
se extenderá desde 1924 hasta el final de la Segunda Guerra
Mundial.
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