
Impresionismo
y Pintura Impresionista
El
Impresionismo es un movimiento pictórico que surge en Francia
a finales del S. XIX en contra de las fórmulas artísticas
impuestas por la Academia Francesa de Bellas Artes, que fijaba los
modelos a seguir y patrocinaba las exposiciones oficiales en el
Salón parisino.
El objetivo
de los impresionistas era conseguir una representación del
mundo espontánea y directa.
El Impresionismo
parten del análisis de la realidad. Hasta ahora la pintura
reproducía un escenario en el que ocurría un acontecimiento
que conformaba el mensaje para el espectador. Ahora, se quiere que
la obra reproduzca la percepción visual del autor en un momento
determinado, la luz y el color real que emana de la naturaleza en
el instante en el que el artista lo contempla. Se centrarán
en los efectos que produce la luz natural sobre los objetos y no
en la representación exacta de sus formas ya que la luz tiende
a difuminar los contornos. Ven colores que conforman cosas, y esto
es lo que plasman, formas compuestas por colores que varían
en función de las condiciones atmosféricas y de la
intensidad de la luz. Todo esto hace que elaboren una serie de un
mismo objeto en diferentes circunstancias atmosféricas y
temporales, no les importa el objeto, sino las variaciones cromáticas
que sufre éste a lo largo del día.
Los
impresionistas eliminaron los detalles minuciosos y tan sólo
sugirieron las formas, empleando para ello los colores primarios
(azul, rojo y amarillo) y los complementarios (naranja, verde y
violeta). Consiguieron ofrecer una ilusión de la realidad
aplicando directamente sobre el lienzo pinceladas de color cortas
y yuxtapuestas.
Aunque los hallazgos
del impresionismo francés resultaron decisivos para la pintura
del S. XX, conceptos como los de luz y color se encontraban ya en
la pintura veneciana de mediados del S. XVI. Efectos que también
están presentes en obras realizadas por Hals, Velázquez
y Goya. Los antecedentes inmediatos los encontramos en los pintores
como John Constable, Turner, Corot y en la escuela de Barbizón,
con su aportación de la pintura al aire libre.
El término
impresionistas les fue impuesto de modo peyorativo por el crítico
Louis Leroy al ver la obra de Monet Impresión atardecer
o Impresión sol naciente en la exposición de
1874. Lo habitual era exponer en el Salón Oficial, pero los
nuevos artistas, conocidos como "Los Rechazados", tenían
que buscar lugares alternativos donde les permitieran exhibir sus
obras.
Así,
la primera exposición impresionista tuvo lugar el 15 de Abril
de 1874 en el Salón del fotógrafo Nadar. Las figuras
principales del movimiento fueron Eduard Manet, Degas, Claude Monet,
Auguste Renoir, Morisot, Pisarro y Sisley.
Eduard
Manet (1832-1883)
Se sitúa
a caballo entre el realismo y el Impresionismo. Muchos han clasificado
su estilo como naturalista porque se basa en la observación
de la realidad y su plasmación sin alteración alguna.
Representa la vida tal cual, sin adorno ni metáfora. Por
ello sus obras suscitan escándalos y polémicas como
en su Desayuno sobre la hierba que provocó la hostilidad
de los críticos conservadores. El tema ya contaba con antecedentes
en el Renacimiento, pero Manet lo interpreta adecuándolo
a la modernidad.

Lo mismo sucede
con Olimpia, para su desnudo no necesitó diosas ni
musas como en el Renacimiento y en el Barroco, sino que representaba
el desnudo de una prostituta, una mujer de la vida contemporánea.
Para captar la realidad y la fugacidad utilizó la pincelada
rápida y empastada, rasgo que identificará al Impresionismo.
Por ello podría decirse que Manet fue su precursor.
Monet
(1840-1926)
Es uno de los
pintores que más contribuye al movimiento. Nunca derivó
hacia otras corrientes artísticas, sino que se mantuvo fiel
al Impresionismo hasta su muerte.

Su máxima
preocupación es plasmar la vibración cromático-lumínica
en sus lienzos. La luz engendra el color y la forma. Sus temas preferidos
son las marinas, las escenas fluviales y los paisajes. Ejemplos:
Impresión atardecer, Regatas en Argentuil,
Las amapolas, Paseo con sombrilla, La estación
de San Lázaro, La Catedral de Rouen.
Degas
(1834-1917)
Es un impresionista
más de la forma que del color. Es un hábil dibujante,
le preocupó captar el movimiento con fidelidad, de ahí
que desarrollara temas como las bailarinas y las carreras de caballos.
Es un gran observador
de la mujer, capta las posturas más insólitas, las
poses naturales e instantáneas. Algunas de sus obras son:
Clase de danza, La bebedora de ajenjo, Bailarina
en la escena, Planchadores, Carreras. Cultivó
el dibujo en detrimento del color, por lo que no armonizó
bien con el Impresionismo, y tampoco con las tendencias conservadoras
por sus temas contemporáneos.
Renoir
(1841-1919)
Ofrece una interpretación
más sensual del Impresionismo. Se pone en relación
con los pintores del S. XVIII que mostraban la sociedad galante
del Rococó.
En sus creaciones
muestra la alegría de vivir, incluso cuando los protagonistas
son trabajadores. Siempre son personajes que se divierten, en una
naturaleza agradable. Trató temas de flores, escenas dulces
de niños y mujeres y sobre todo el desnudo femenino, que
recuerda a Rubens por las formas gruesas.
Renoir posee
una vibrante y luminosa paleta que hace de él un impresionista
muy especial. El palco, El columpio, El Moulin
de la Galette, Le dèjeuner des canotiers, Bañistas,
son sus obras más representativas.

Otros
genios del impresionismo: Sisley, Pisarro
Tan fiel como
Monet a la técnica del Impresionismo se mantuvo Sisley (1839-1899),
que fue exclusivamente un pintor paisajista y será Pisarro
(1830- 1903), quien lleve hasta las últimas consecuencias
el estudio de la luz y el color llegando al post-impresionismo y
al puntillismo.
Los autores
impresionistas no tenían conciencia de grupo, aunque todos
reivindican la libertad a la hora de seleccionar el motivo pictórico,
cada uno plasmará lo que ve. Es un arte íntimo arraigado
en el sentimiento de la originalidad individual, que se inicia con
las vivencias personales y con las experiencias en soledad.
A principios
de 1880 estas diferencias estilísticas y las cuestiones personales
comenzaron a agudizarse y el Impresionismo como movimiento de vanguardia
acabó diluyéndose. De sus cenizas comenzaron a gestarse
las propuestas de otros artistas que darán lugar al post-impresionismo
y al neoimpresionismo.

En España,
el Impresionismo tuvo varios seguidores que manifestaron su preocupación
por la luz. Entre ellos destacan Regoyos, Sorolla, Rusiñol
y Casas.
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