El
Arte de la Guerra Civil en España
La Guerra Civil
española sirvió de inspiración a toda una generación
de artistas e intelectuales.
La actividad
artística que se produce en España entre 1936 y 1939
atiende a exigencias extraculturales. No debemos olvidar sus raíces
sociales, la guerra y la revolución. Debido a la creciente
politización de la cultura, nos encontramos con un arte de
tendencia, cualquier planteamiento objetivo o que no fuera político
era rechazado.
El arte se dispuso
a informar y a formar, tomando partido. Podemos decir, de modo general,
que el arte de la guerra fue un arte de propaganda. Estas nuevas
exigencias trajeron numerosos cambios formales, el surrealismo y
los últimos restos del cubismo desaparecieron, dando paso
al realismo como estilo dominante y a la sencillez expresiva.
Los
organismos políticos estimularon la publicación de
carteles y hojas ilustradas de propaganda, boletines, etc., que
exaltaban el espíritu y el sentido de la lucha. Las publicaciones
que más destacan en la llamada zona nacional son Vértice
y Jerarquía, ilustrando sus números Teodoro y Álvaro
Delgado, José Caballero, J.J. Acha, J. Olasagasti y Carlos
Sainz de Tejada. En la zona republicana señalamos Hora de
España y Mono Azul.
Las exigencias
propagandísticas y de formación política de
las masas exigen cuadros, grabados, carteles, esculturas y productos
artísticos monumentales. Así, el Pabellón español
en la Exposición Universal de París de 1937, de Sert
y Lacasa, se concibió como un "stand" de propaganda
destinado a mostrar las realizaciones y la forma de sentir de la
España republicana. Un arte comprometido y a la vez renovador
que refleje el espíritu de la República.
En él
se expusieron el Guernica de Picasso, La Fuente de Mercurio
de Calder, La Montserrat de Julio González, El
Campesino catalán en rebeldía de Joan Miró
o El Pueblo Español de Alberto Sánchez, y otras
obras de pintores, escultores y fotógrafos que muestren el
horror de la tragedia.
Picasso pintó
el Guernica por encargo del gobierno de la República para
esta exposición. Su importancia reside en que es un cuadro
símbolo de la Historia de España y denuncia los horrores
de la guerra. El 26 de abril de 1937, durante la guerra civil española,
la aviación alemana, bombardeó el pueblo vasco de
Guernica. El cuadro no representa el acontecimiento en sí,
sino que a través de él se expresa la violencia y
la crueldad de los hechos. Imágenes como la del toro, el
caballo moribundo, el guerrero caído, la madre con el niño
muerto, los edificios en llamas y destrozados reflejan la inhumanidad
y la brutalidad de la guerra. El cuadro es un alarido, un grito
desgarrado de pavor.
El campesino
catalán de Miró pide ayuda internacional destacando
su brazo y puño cerrado.
La Montserrat
de Julio González es una de sus figuras más dramáticas
y expresivas. Resume todo el dolor y dramatismo de la guerra. Es
la figura de una campesino con paso firme que se planta altiva y
desafiante, sosteniendo en una mano una hoz y en la otra un niño.
De esta obra realizó más tarde una serie de interpretaciones
como La cabeza de Montserrat. El rostro recuerda la expresividad
de las figuras del Guernica de Picasso. El personaje, que lleva
el típico pañuelo campesino de los años 30,
dirige el rostro hacia el infinito y la boca abierta expresando
la rabia y el dolor por la situación de angustia que padece.
Alberto Sánchez
había fundado junto al pintor Benjamín Palencia la
Primera Escuela de Vallecas. Abandonó el cubismo y se inició
en el Surrealismo, llegando a desarrollar un estilo muy personal
que le convierte en uno de los principales exponentes de la llamada
escultura organicista. Su obra es sencilla, se inspira en el pueblo,
en el campo y en la naturaleza. Encuentra equilibrio entre el organicismo
y la estilización.
Para el exterior
del Pabellón español realizó una de sus obras
más célebres, El pueblo español tiene
un camino que conduce a una estrella. La composición está
marcada por un claro sentido de verticalidad serpentina, subrayada
por la dirección ascendente y el juego de convexidades y
concavidades en el modelado de las formas, que culmina con la estrella.
Presenta su preocupación por las formas orgánicas,
inspiradas en los motivos vegetales y minerales del paisaje castellano.
Vemos la sencillez expresiva de las formas, la decoración
geométrica, la frontalidad, temas antropomórficos
y zoomórficos, el tratamiento de orificios y porosidades
de la superficie. Ha sido interpretada como denuncia política,
testimonio de la angustia y amargura que vive la sociedad española
con la Guerra Civil y como símbolo político de la
República española.
El cartelismo
fue la actividad más desarrollada en la época, alcanzando
gran diversidad de estilos y planteamientos revolucionarios. Renau
fue el primero en plantearse la función social de su producción
e influido por el cartelismo soviético posrevolucionario,
utiliza la técnica del fotomontaje.
Bardaso emplea una técnica más tradicional, no utiliza
ni el fotomontaje ni imágenes gráficas, sino que se
basa exclusivamente en el dibujo. Un dibujo simple y poco terminado,
como a brochazos, de gran fuerza expresiva.
También
encontramos el cartel satírico, que basa su humor en la caricatura
de las principales figuras políticas y militares del bando
contrario. Cultivan este género Cañavete y el autor
anónimo del cartel Los nacionales.
El grabado y
el dibujo a tinta también fueron formas de expresión
propicias. Sobresalen Antonio Rodríguez Luna, Arturo Souto,
Miguel Prieto, Eduardo Vicente, Ramón Puyol o Victorio Macho.
Algunos continuaron
elaborando imágenes similares a las que habían hecho
en años anteriores a 1936. Arturo Souto, por ejemplo, sigue
en la línea del expresionismo social; Ramón Puyol,
sigue su línea de realismo político y épico
y Eduardo Vicente, practica un expresionismo social y bélico
de carácter sentimental.
Otros artistas
evolucionaron, como Victorio Macho, que alcanzó la cumbre
del realismo social con El labriego. Antonio Rodríguez
Luna se sitúa en un surrealismo personal, o un realismo mágico.
Le interesa la crueldad y la violencia. A través de un mundo
deformado y distorsionado, sus obras proporcionan la imagen exacta
de lo que fueron los acontecimientos bélicos.
En escultura,
Julio González y Alberto Sánchez serán los
dos grandes escultores del momento.