
Biografía
y obra de Agustín Querol
Agustín
Querol Subirats nace en Tortosa (Tarragona) en 1860. Proviene de
una familia humilde, por lo que desde muy joven se vio obligado
a compaginar sus estudios con el trabajo en una panadería.
Finalmente logró ir a Barcelona, donde asistió a las
clases de La Lonja y al taller de los hermanos Vallmitjana.

En
1884 va a Roma pensionado por la Academia de Bellas Artes. Comenzó
en ese momento su época de mayor esplendor. Desde allí
envió a la Exposición Nacional de 1887 el grupo escultórico
La Tradición, con el que obtiene primera medalla.
Representa una anécdota un tanto trivial, a una anciana con
aspecto de bruja, que cuenta a dos niños lo que le sugiere
al oído un pájaro. Este grupo, de minuciosa composición,
lo lanza al éxito. Gracias a él consiguió una
gran popularidad, lo que propició numerosos encargos oficiales.
En Roma también
realizó un gran relieve, de anécdota clásica,
Tulia y el grupo Sagunto. Con Tulia, la feroz hija
de Servio Tulio, que pasa con su carro sobre el cadáver de
su padre, obtuvo la primera medalla en 1895. Sagunto, fue medalla
de honor en la Nacional de 1906, representa a una mujer, muerta
con la espada en la mano, y sobre ella, el cadáver de su
hijo.
A pesar de morir
en 1909 con cuarenta y nueve años, es autor de una gran cantidad
de monumentos y proyectos. Esto se debe a que gozó de la
protección de Antonio Cánovas del Castillo, quien
le proporcionó numerosos encargos. Por esta razón,
su obra ha sido juzgada con bastante desprecio y acusado de beneficiarse
de concesiones caciquiles, ya que Cánovas, a menudo y de
forma injusta, imponía a Querol sobre cualquier otro competidor.
Tras los éxitos
obtenidos en Roma, regresó a Madrid y abrió un taller.
Era tal el trabajo que acumulaba que decidió emplear a varios
marmolistas y discípulos.
El Frontón
de la Biblioteca Nacional de Madrid, es su obra más polémica.
En 1892 ganó el concurso para decorar con esculturas el frontón
de la Biblioteca Nacional, a pesar de que tanto el jurado como la
academia consideraba que su proyecto se adecuaba menos que el de
los otros dos, presentados por Suñol y Trilles. En su ejecución
hizo caso omiso de las condiciones y rectificaciones que le impuso
la Academia, debido al apoyo incondicional que tenía en Cánovas.

Alcanzó
múltiples reconocimientos y medallas en multitud de exposiciones
internacionales, como la de Barcelona de 1888, la de París
de 1889, Munich, Chicago, Berlín, etc.
Es imposible
enumerar sus obras, entre lo más destacado de su producción
está el monumento a Quevedo, el monumento a Claudio
Moyano, San Francisco el Grande curando a los leprosos,
las estatuas para el monumento de Colón en Barcelona,
el monumento a Los Sitios en Zaragoza, a Garibaldi
en Montevideo, a La Independencia en Argentina, etc.

Su estilo combinó
la rigurosa formación académica e historicista con
un impulso por romper los canones tradicionales de la escultura.
Encarnó el gusto oficial de la época de la Restauración,
caracterizado por la anécdota, lo recargado y lo presuntuoso.
Pero frente a la minuciosidad descriptiva, se interesó por
los efectos pictóricos, por las superficies vaporosas y sombras
difuminadas.
Su obra más
representativa es el Mausoleo de Cánovas del Castillo,
su protector, situado en el Panteón de los Hombres Ilustres
en Atocha, Madrid. Aquí puede observarse el refinamiento
del modelado y el gusto por los efectos pictóricos.
