
Ernst
Ludwig Kirchner. Biografía y obra
Introducción
El siglo XX
trae consigo una profunda remodelación del arte, produciéndose
una reinterpretación de la belleza y de las normas clásicas.
Este hecho se aceleró con la I Guerra Mundial, que trajo
consigo un pesimismo y unas sensaciones contrapuestas que se vieron
reflejadas en el arte, donde las formas pierden todo su protagonismo
frente al mensaje que el autor quiere transmitir.
Así,
a principios del siglo XX surge una tendencia subjetiva (es decir,
nada realista), apasionada, muy crítica con la sociedad del
momento e íntimamente relacionada con el fauvismo. Esta sensación
de desasosiego se refleja con colores violentos y una temática
que transmite sensación de agobio, de soledad y de miseria.
Esta corriente
es el Expresionismo, que, aunque desarrollada principalmente
en el arte de la pintura en Alemania, tiene presencia en otros muchos
países y en otros movimientos artísticos como el cine
o la literatura. Otra de las particularidades que registra esta
tendencia es su prolífica extensión, no sólo
entre países, sino también entre los distintos autores
de la misma zona, rasgo que hoy en día hemos calificado como
individualista.
De esta forma,
los autores han sido divididos hasta en tres oleadas, aunque nosotros
sólo nos fijaremos en las dos primeras: la primera generación
de expresionistas cuenta con autores de la relevancia de Munch,
de quien destacaremos La danza de la vida y El grito; o Ensor, con
su obra La entrada de Cristo en Bruselas en 1898.

La segunda oleada
será considerada como el primer grupo Expresionista como
tal, ya que el perfeccionamiento de la técnica permitió
que pintores como Kirchner alcanzaran cierto reconocimiento dentro
del panorama intelectual del momento.
Este segundo
grupo se fundó en la ciudad alemana de Dresde en el año
1905 por varios estudiantes bajo el nombre de Die Brücke, o
lo que es lo mismo, El Puente, haciendo referencia a la unión
del pasado y del futuro, estableciendo un lugar de encuentro y desarrollo.
En este grupo encontramos nombres como Erich Heckel, K. Schmidt-Rottluff
y Ludwig Kirchner, artista que centrará nuestra atención.
Ernst
Ludwig Kirchner
Nacido
en Aschaffenburg en 1880, Ernst Ludwig Kirchner pasó
su infancia viajando de ciudad en cuidad junto con su familia, buscando
un empleo para su padre, hasta que en 1901 se traslada a la ciudad
de Dresde, donde comienza sus estudios de arquitectura, que, al
igual que para el resto de sus compañeros de El Puente, serán
determinantes en su futura obra. Dos años después
de iniciar sus estudios en Dresde se traslada a Munich, donde comienza
realmente su inmersión en el mundo artístico y los
primeros contactos con otros artistas. A partir de este momento
asistirá a distintas escuelas en las que aprenderá
técnicas, aplicándolas con posterioridad a las obras
que pinta en los paisajes y escenarios que visita, convirtiéndose
en un despierto viajero.
A partir de
1911 Kirchner se establece en Berlín, escenario que utilizó
para sus obras, de donde extrajo la esencia del urbanismo tanto
en su aspecto más positivo como en el negativo, chocando
la tensión de los edificios y la industria con la energía
propia de cualquier gran ciudad.

Fue en ese mismo
lugar donde vivió la I Guerra Mundial, conflicto que le marcó
de por vida y que le llevó, tal vez movido por el dolor y
la angustia de tanto sufrimiento, al suicidio en el año 1938,
después de haber pasado por un centro de salud mental y haberse
trasladado a Davos, excepcional ciudad alpina, con el fin de alejarse
de todo sufrimiento, descansar y mejorarse.

Sus
pinturas reflejan su fragilidad mental, caracterizadas por una gran
agresividad, perceptible por los ojos humanos en las formas, las
pinceladas y las combinaciones cromáticas. Los sentimientos
negativos inundan cada una de sus obras, describiendo interiores
estrechos y agobiantes que muestran, entre otras sensaciones, la
soledad del ser humano. Nos detendremos en las más relevantes:
"Mujer
bajo un parasol japonés"
Mujer bajo un
parasol japonés (1909)
es una obra de espléndidos amarillos, rojos y naranjas, colores
que desdibujan la figura femenina pero que trasmiten de una manera
muy gráfica los sentimientos del autor.

"Doris
con cuello alto"
Lo mismo ocurre
con la obra Doris con cuello alto (1906), segunda mujer del artista
a la que retrató despreciando absolutamente el modelo original
y haciendo prevalecer el color y poder de la pincelada.
Siguiendo
con la figura femenina, a la que desposee de toda sustancia, doblándola
y contorsionándola, se encuentran sus obras "Desnudo
femenino sentado" (1921), "Marcela", y
"Desnudo sobre fondo azul", ambas de 1911, o "Muchacha
ante el espejo" (1912), donde el autor dibuja figuras femeninas
contorsionadas y casi desencajadas, desnudas, mostrando su cuerpo
femenino bajo una idea de dramatismo e impudor.

"Cinco
mujeres en la calle"
De un tono algo
distinto es Cinco mujeres en la calle, obra de 1913, donde se representa
a cinco mujeres vestidas a la moda del momento, con trajes y posturas
aparentemente normales. Pero, si miramos un poco más, vemos
una imagen fría, calculada, frívola e incluso decadente.
Las figuras están estáticas, casi petrificadas.

"Escena
callejera berlinesa"
Además
de dibujar mujeres, el autor proyectó más de una decena
de cuadros de los paisajes alpinos que veía desde su casa
en Davos y de Berlín como escenario. De tal temática
conocemos la obra Escena callejera berlinesa (1914), en la que se
contraponen las ropas vistosas de las mujeres, prostitutas, frente
a los oscuros trajes de los varones, quienes siguen de cerca a las
damas.
