
Introducción
al Arte de la antigua India
La
India fue el único territorio localizado en el Oriente, que
griegos y romanos conocieron, siempre rodeado de un halo hacía
de él como una tierra misteriosa. Después de la expedición
de Alejandro, se comentaron en Grecia las maravillas de los hombres
de ciencia que acompañaron al gran conquistador y a ello
se debieron en Europa las primeras noticias positivas acerca de
los pueblos hindúes, tres siglos antes de Jesucristo. Por
su parte, los relatos de los peregrinos chinos que después
visitaron los santos lugares del budismo contribuyeron a divulgar
por el Extremo Oriente los conocimientos acerca del país
y del arte hindú, que a través de misioneros budistas
había entrado en China en el siglo II a.C.
La finalidad
primordial del arte indio antiguo no es conseguir resultados meramente
estéticos, sino facilitar la contemplación religiosa,
ya sea por medio de símbolos, o valiéndose de formas
sensibles y sensuales, que forman parte, de composiciones de un
animado estilo narrativo, en el que a veces esconde la intención
religiosa bajo la capa de una apariencia de dinamismo o aun de erotismo.
Todo de acuerdo con una teoría de la belleza que es muy diferente
de la que se manifiesta en la mentalidad occidental.
En
cuanto a la prehistoria la India cuenta con un prolongado estilo
artístico que, en líneas generales coincide con el
de Próximo Oriente y sur de Europa, y que en el sur del Deccán
no conoció la Edad del Bronce y se prolongó hasta
mediados del I milenio a.C. dejando vestigios de un arte megalítico
autóctono.
La zona de irradiación
de la Cultura India será extensísima, abarcando un
área que no se circunscribe a la India y a Ceilán,
sino que comprende asimismo el territorio del actual Afganistán
y gran parte del Beluchistán, en el transcurso de los siglos
ha informado el arte de la dinastía Khmer, durante los siglos
X al XII, en la Indochina, y ha trascendido a Birmania, Tailandia
e Insulindia, influyendo también en el arte tibetano y en
el de China, Corea y Japón.
Los fundamentos
geográficos de la India le confieren un espacio que marcará
la idiosincrasia de sus formas estéticas. La India es un
subcontinente en el que las fuerzas de la naturaleza se despliegan
con potencia y en el que el clima tropical hace crecer una vegetación
extraordinaria. Por ello elementos como, bosques de palmeras, lianas
y bambúes despliegan su extraña belleza, y sobre la
superficie de las aguas florecen lotos blancos, rosas y azules,
toda una diversidad de formas y colores que sin duda influirán
en las manifestaciones artísticas creadas por los habitantes
de este subcontinente.
Cultura
del Indo
Cronológicamente
desde mediados del III milenio a.C., se desarrolló al noroeste
de la India, en el valle del Indo, una civilización afín
con las formas mesopotámicas. Esta nueva cultura del Indo
sería tan antigua como la referida mesopotámica, según
han revelado las excavaciones emprendidas desde 1921 en Harappa,
en el Punjab, y desde 1924 en Mohenjo-Daro, en el Sind.

Probablemente
se inició hacia el año 3000 a.C. en Harappa, y antes
del 2700 a.C. en Mohenjo-Daro; tuvo una organización urbana
muy adelantada, con edificaciones de ladrillo y una cerámica
pintada de gran perfección. Las ciudades de esta Cultura
del Indo tienen un plano regular con calles paralelas que se cortan
en ángulo recto, están provistas de grandes estanques
y piscinas, de un sistema perfecto de desagües, y en algunas
se han conservado grandes obras de fortificación, como en
Harappa, donde las murallas miden 14 m de anchura.
Las viviendas que había fuera de las ciudadelas, estaban
construidas con barro, paja y ladrillos; se hallaban en pequeñas
y apretadas callejuelas y llegaron a tener tres pisos.

En el primer
piso, las casas tenían una conexión con el alcantarillado
de la ciudad y también un desagüe que evacuaba el cuarto
de baño. Los muros de adobe, además, poseía
un complejo sistema de drenaje para evacuar las aguas lluvias.
En el campo
del arte, los indios se caracterizaron por desarrollar imágenes
de los diversos dioses y por el gusto de adornar coloridamente el
cuerpo; utilizaban gemas coloreadas, aretes y zarcillos, y joyería
con diseños que incorporaban lunas en cuarto creciente, discos
solares, arcos, cúpulas y deidades con aureolas. En cuanto
a su artesanía trabajaron los tejidos de algodón y
alcanzando grandes avances en la metalurgia.

La escultura
iniciada en estas dos ciudades es digna de mención con vestigios
importantes como bustos de ancianos con barba y torsos juveniles
que, junto a un concepto completamente clásico de la escultura
humana, demuestran un envidiable dominio del modelado. Destacaremos
como ejemplo la figura de bronce de una joven danzarina desnuda,
con una gran cabellera y el brazo izquierdo lleno de anchos brazaletes,
que fue hallada en Mohenjo-Daro. Tanto en Harappa. En Mohenjo-Daro
han llegado hasta nosotros sellos grabados hallados en abundancia,
con figuras de animales (rinoceronte, toro, elefante, etc.), que
demuestran la existencia de una escritura, cuyos signos no se han
logrado descifrar.

Esta cultura
del Indo desapareció hacia el año 1500 a.C., coincidiendo
con la llegada de los pueblos indoeuropeos. Éstos provienen
de un movimiento de poblaciones de las estepas euro-asiáticas,
que desembocaron por oleadas sucesivas en las costas norte del Mediterráneo,
recibiendo en Gracia el nombre de dorios y en el Oriente Medio hititas.
En la India, donde penetraron por los pasos del noroeste, desplazaron
a las poblaciones autóctonas hacia el sur. Socialmente estos
pueblos, que se denominaban a sí mismos arya, en sánscrito
"noble", estaban divididos en castas: brahmana (sacerdotes),
kshatriya (guerreros) y vaisya (hombres corrientes, ganaderos y
agricultores). Frente a estos tres grupos estaban la Sudra, despreciados
y humillados como esclavos.
Desde la destrucción
de las ciudades del Indo hasta el siglo III a.C., prácticamente
no se ha encontrado nada en la India. Se trata de un vacío
en la historia del arte que resulta muy difícil de cubrir
y del que no se puede extraer más que conjeturas de difícil
comprobación. Sin embargo, ese milenio largo sentó
los principios fundamentales del hinduismo y es conocido como período
védíco a causa de las cuatro grandes colecciones de
himnos, oraciones, fórmulas rituales y hechizos mágicos
que reciben el nombre de Vedas. El término se aplica a las
cuatro colecciones (samhitas) de himnos y oraciones compuestas con
diferentes propósitos rituales: el Rig-Veda, el Sama-Veda,
el Yajur-Veda, y el Atharva-Veda. De éstos, sólo los
primeros tres fueron considerados originalmente como canónicos;
el cuarto obtuvo esta posición tras una gran lucha. Estas
recopilaciones son desconcertantes para Occidente ya que, a diferencia
de las otras literaturas sagradas de las grandes religiones, no
mencionan acontecimientos históricos.
Más adelante,
ya en el siglo VI a.C., aparecieron en el norte de la India dos
fenómenos religiosos heterodoxos: el Budismo y el Jainismo.
El primero fue fundado por el príncipe Siddharta, llamado
el Buda (el Iluminado), que rechazó radicalmente el sistema
de las castas y enseñó que la aceptación de
la vida y el dominio sobre sí mismo son más importantes
que la fe. Por tanto, suponía el reverso de lo que propugnaba
el brahmanismo, en el que el núcleo de la sociedad debía
ser el sistema de castas y, por tanto, el ejercicio del poder para
mantener dicha estructura.

Por otra parte,
el jainismo, es la reforma realizada por un genio religioso, Vardhamana,
también llamado Jiña el Victorioso, cuyo ascetismo
era muy severo y predicaba la doctrina de la omni-sensibilidad y
la moral de la no violencia. La ascesis que practicaban los seguidores
del jainismo estaba basada en la idea de que el sufrimiento que
padecen las personas en la tierra es producto de la unión
entre cuerpo y alma, por lo que el objetivo debe ser la liberación
del cuerpo, a la espera de la liberación final que llegará
con la muerte.
Cultura
Gandhara
La época
dorada de la cultura de Gandhara, desarrollada entre el 300 a.C.
y el 500 d.C., fue entre los siglos I al V de nuestra era. La histórica
y ya legendaria Gandhara tenía su centro en la cuenca de
la actual ciudad de Peshawar, al noroeste de Pakistán, y
se extendía hasta el centro de Afganistán hacia occidente
y los valles del Punyab y Swat hacia el noreste.

Los tristemente
famosos budas gigantes de Bamiyan, dinamitados por el ya derrocado
régimen talibán de Afganistán en 2001, eran
hasta entonces uno de los más espectaculares testimonios
de la cultura de Gandhara.
(Autora
del artículo/colaboradora de ARTEESPAÑA:
Ana Belén Fernández)
