
Francisco
Sabatini
Perfil
biográfico
Considerado
como una figura clave del panorama Neoclásico español, Francesco
Sabatini nació en la ciudad siciliana de Palermo en el año 1722,
trasladándose, aún adolescente, a Roma para cursar estudios de arquitectura
y formarse de la mano de su a la postre suegro Luigi Vanvitelli,
quien por aquel entonces, estaba al mando de las obras de construcción
del Palacio Real de Caserta, mandado levantar por el Rey Carlos
VII de Nápoles.
Tras la muerte
sin descendencia de los monarcas españoles Luis I y Fernando VI,
Carlos VII de Nápoles fue coronado Rey de España en 1759 bajo el
nombre de Carlos III, y dentro de su política reformista ilustrada,
no dudó en convocar a la corte española a Francesco Sabatini como
Maestro Mayor de las Obras Reales, cargo que desempeñaría durante
toda su vida y que, gracias a su confianza con el monarca, acabaría
por convertirse en una personalidad de enorme relevancia dentro
del distinguido ambiente cortesano madrileño.

Fallecería
en Madrid en el año 1797, siendo distinguido durante su vida como
Académico Honorífico de la Real Academia de las Bellas Artes de
San Fernando, Gentilhombre de Cámara, Teniente General del Cuerpo
de Ingenieros, y Caballero de la Orden de Santiago.
Perfil
artístico
Formado en el
Barroco más clasicista y racional que, de la mano de su suegro,
había absorbido primero en Roma y luego en Nápoles, poco a poco
su concepto creador fue depurándose hacia un Neoclasicismo que,
durante la segunda mitad del siglo XVIII y de la mano de arquitectos
como Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva, ya triunfaba en la
capital del Reino de España.
Especialmente
relevante fue el papel que, en este contexto, desempeñó la Real
Academia de las Bellas Artes de San Fernando, una institución desde
la cual, primero su fundador Fernando VI y sobre todo Carlos III,
regulaban la creación artística de la corte, sirviéndose de ella
para, según el concepto ilustrado, enaltecer la figura de la Corona
a través de la renovación y el embellecimiento de la ciudad por
medio de las Bellas Artes.

Se dice que
Sabatini para sus proyectos arquitectónicos en lugar de tomar como
referencia la Antigüedad Clásica, de enorme actualidad en aquel
momento merced al reciente descubrimiento de las ciudades de Pompeya
y Herculano, se servía como punto de partida del equilibrio Renacentista
Italiano que, en su adolescencia, tuvo la oportunidad de palpar
directamente en Roma.
El resultado
de todo ello es una arquitectura ya totalmente despojada del efectismo
casi exagerado del último barroco y en la cual, comienza a predominar
la proporción, la pureza de líneas y la consideración de que la
riqueza, el valor y la belleza de la obra se consigue a través de
lo arquitectónico y lo constructivo en lugar de por el artificio
ornamental.
Sabatini
en Italia
Palacio
Real de Caserta
De la mano de
su suegro y maestro Luigi Vanvitelli, arquitecto cuyos méritos acabaron
por convertirle en uno de los preferidos de la Corte Borbónica Napolitana,
participó en las obras del imponente Palacio Real de Caserta, un
proyecto que, a imagen y semejanza del Palacio de Versalles en París,
fue encargado desde la Corona como símbolo del poder real.

El edificio,
rodeado por espectaculares jardines también proyectados por Vanvitelli,
ocupa una extensión aproximada de 44000 metros cuadrados dispuestos
a partir de un eje cruciforme central que abre a cuatro patios interiores,
rematándose cada una de las alas en ingresos porticados coronados
por frontones triangulares que rompen la monotonía horizontal del
conjunto.Al
interior, destaca la monumental escalera real, la capilla palatina
y los lujosísimos aposentos reales.
Sabatini
en España
Con la Coronación
de Carlos III como Rey de España, Francesco Sabatini se convirtió
en el arquitecto de cámara de la Corona, siendo uno de los principales
artífices de la renovación de la ciudad de Madrid durante la segunda
mitad del siglo XVIII. A continuación nos detendremos en sus obras
más destacadas.
El
Palacio Real de Madrid
Inmediatamente
después del pavoroso incendio que arruinó el Alcázar Real de Madrid
en la Nochebuena de 1734, el Rey Felipe V encargó a Filippo Juvara
el proyecto de erigir sobre su solar un nuevo palacio. Tras la muerte
de éste sólo dos años después, quedó al mando de la obra su discípulo
Giovanni Battista Sacchetti, con quien avanzaría la obra hasta que,
en 1760 y coincidiendo con la llegada al trono de Carlos III, fue
remplazado por el arquitecto de confianza de éste: Francesco Sabatini,
encargado de rematar el proyecto.

Años después,
durante el reinado del propio Carlos III e incluso el de su sucesor
Carlos IV, acometería una serie de ampliaciones y reformas en el
edificio palaciego, el cual, no quedaría definitivamente concluido
hasta finales del siglo XIX.
Real
Casa de la Aduana
Situada en la
Calle Alcalá, y desempeñando en la actualidad las funciones de Ministerio
de Economía Hacienda, la Real Casa de la Aduana fue encargada por
Carlos III a Francesco Sabatini al quedar obsoleta la antigua Aduana,
situada en la Calle de la Bolsa. Las obras de prolongarían durante
toda la década de los sesenta del siglo XVIII, inspirándose Sabatini
en el modelo de palacio urbano italiano del Renacimiento.
El proyecto
original, estructurado en torno a tres patios, constaba de tres
pisos comunicados entre sí por una escalera monumental, muy del
gusto del momento. De su fachada principal, llama la atención el
paramento almohadillado del cuerpo inferior; de indudable inspiración
romana y que queda abierto mediante una armónica sucesión de vanos
adintelados coronados por ventanas de menor relieve, y tres grandes
arcos centrales de medio punto.

El piso noble
se ilumina mediante una nueva sucesión de ventanas coronadas por
frontones alternos de traza semicircular y triangular, destacándose
las tres centrales mediante una balconada. El tercer cuerpo, mucho
más sencillo, se remata con un ático coronado por un alero volado
apeado sobre potentes ménsulas pareadas decoradas con mascarones
clasicistas.
Convento
de las Comendadoras de Santiago
Erigido durante
el siglo XVII según los planos de los hermanos Manuel y José del
Olmo, fue remodelado y ampliado en 1774 a instancias de Carlos III
por Francesco Sabatini, quien reordenaría el entorno del edificio
integrando en el conjunto como dependencias conventuales el resto
de construcciones que componían la manzana.
La
Puerta de Alcalá
Situada en la
Plaza de la Independencia, la Puerta de Alcalá es, sin duda, una
de las construcciones más emblemáticas de la capital de España.
Fue mandada construir por Carlos III para sustituir una anterior
de ladrillo en el contexto de su plan de modernización de la ciudad.
De entre los distintos proyectos presentados, fue el de Francesco
Sabatini el elegido, quien planteó la puerta inspirándose en los
antiguos arcos de triunfo romanos.

Consta de un
vano de medio punto central coronado por un frontón y una inscripción
dedicada al monarca con la fecha de construcción. Flanqueando
el ingreso central, abren otros dos arcos similares, quedando el
conjunto delimitado por dos cuerpos extremos abiertos mediante postigos
adintelados sobre los que fueron plasmadas cornucopias en relieve.
Las calles se separan mediante soportes que, en su cara orientada
al centro de la ciudad, son pilastras; mientras que en el costado
oriental, son columnas.
Completan el
conjunto varias esculturas de bulto redondo dispuestas sobre la
parte alta de la puerta y que representan las cuatro virtudes cardinales.
Pese a su actual apariencia exenta y airosa, en origen la Puerta
de Alcalá no era sino el ingreso de un perímetro murado que se prolongaba
desde ella, abriéndose y cerrándose mediante rejas cuando era menester.

Una funcionalidad
semejante tenía la Puerta de San Vicente, planteada años después
también por Sabatini para sustituir una anterior de Pedro de Ribera,
derribada cuando, precisamente el primero, acometió el proyecto
abrir en la actual Cuesta de San Vicente un acceso al centro de
la ciudad junto al Palacio Real.
Real
Basílica de San Francisco el Grande
Sobre los restos
de un templo medieval, el ambiciosísimo proyecto de San Francisco
el Grande fue encargado en un primer momento a Ventura Rodríguez,
sin embargo, poco después su planteamiento fue desestimado en favor
de otro ideado Francisco Cabezas y llevado a la práctica
por José de Hermosilla. Unas complicaciones técnicas y estructurales
obligaron a paralizar la obra, cuya espectacular cúpula fue concluida
siete años gracias a la intervención de Antonio Pló.

A instancias
de la propia comunidad de frailes, Carlos III encargó a Sabatini
integrarse en el proyecto, haciéndose cargo la fachada principal
y de las dos torres que rematan el edificio. Dicho pórtico, de gran
complejidad por su conformación planimétrica semielíptica, consta
de dos cuerpos separados por marcadísimos entablamentos que, a su
vez, quedan divididos en tres calles mediante pilastras con columnas
adosadas.
En el registro
inferior abren tres vanos de medio punto que, en el superior, se
tornan adintelados, destacándose el central mediante un frontón
triangular. Corona la fachada una balaustrada corrida sobre la que
se yerguen esculturas de bulto redondo.
Palacio
de Godoy
Conocido también
como Palacio del Marqués de Grimaldi en referencia a otro de sus
ilustres moradores, este edificio se emplaza frente al Palacio Real,
muy cerca del actual Senado. Fue encomendado por el Rey Carlos III
a Sabatini en 1776 para albergar las dependencias de los Secretarios
de Despacho.

Pese a las complejidades
derivadas de su irregular solar, fue resuelto por el siciliano respetando
las líneas clásicas, destacando sobre todo el conjunto la prototípica
escalera monumental que presidía el vestíbulo y comunicaba con las
plantas superiores. A lo largo del siglo XIX fue objeto de diversas
reformas acometidas por sus diferentes propietarios, acogiendo en
la actualidad la sede del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales.
Real
Jardín Botánico
En 1774 el monarca
dispuso trasladar el Jardín Botánico desde la zona de Puerta de
Hierro a su actual emplazamiento, junto al Paseo del Prado. Para
ello, contó con su arquitecto de cámara, Francesco Sabatini, quien
proyectó el jardín en tres niveles comunicados con el Paseo del
Prado mediante una puerta llamada Real, concebida con cánones similares
a los de la Puerta de Alcalá y de San Vicente.

Años después,
sería sometido a una importante reforma por la cual, Juan
de Villanueva replantearía el espacio siguiendo criterios mucho
más científicos.
Plaza
Mayor de Madrid
Tras el incendio
sufrido en 1790, Francesco Sabatini participaría, junto con Juan
de Villanueva, en el proyecto de remodelación de la Plaza Mayor
de la ciudad de Madrid, el cual, consistió principalmente en la
reducción de cinco a tres pisos en sus edificios perimetrales, y
en el cerramiento de sus cuatro ángulos, abriendo en cada de uno
de ellos un pasaje de acceso abovedado.

Las obras de
remodelación no concluirían hasta mediados del siglo XIX, a manos
de Antonio López y Custodio Moreno, discípulos ambos de Juan de
Villanueva.
Otras
intervenciones de Sabatini
Además de los
trabajos citados, Francesco Sabatini dirigió varios proyectos más
en la capital de España, siendo dignos de mención el Hospital General
de Madrid (hoy Museo Nacional de Arte Reina Sofía); el Convento
Franciscano de San Gil, destinado poco después a cuartel y demolido
a principios del siglo XX para abrir el espacio actualmente ocupado
por la Plaza de España; o en su faceta menos cultivada de escultor
y junto a Francisco Gutiérrez, los sepulcros de Fernando VI y Bárbara
de Braganza, en la Iglesia de las Salesas Reales.

Fuera de Madrid,
también materializó los proyectos del Convento de San Pascual
de Aranjuez, el cuartel de la Guardia Valona en Leganés (hoy Universidad
Carlos III), La Real Fábrica de Armas de Toledo, el Convento de
las Comendadoras de Santiago en Granada, el Real Monasterio de San
Joaquín y Santa Ana en Valladolid, o la Capilla de la Inmaculada
de la Catedral de El Burgo de Osma (Soria), conocida popularmente
como la Capilla de Palafox.
