
Obra
y biografía de Eduardo Arroyo
Introducción
a la figura del artista Eduardo Arroyo
El pintor español
Eduardo Arroyo nació en Madrid en 1937. Está considerado
uno de los principales representantes de la figuración crítica,
de contenido político y social.
Estudió
periodismo y, en 1958, se traslada a París con la intención
de convertirse en escritor. Su conocimiento del francés le
permitió integrarse sin demasiados problemas en la vida diaria,
pero no en el mundo literario, por lo que decide instalarse en el
barrio de los pintores en vez de en el de los escritores. Frecuentó
asiduamente la comunidad de exiliados españoles sobrevivientes
de la Guerra Civil, lo que hizo que se aficionase por la pintura
y que se acentuara su compromiso político y la crítica
al régimen de Franco.
En
1963 expone sus retratos de los Cuatro Dictadores en el espacio
dedicado por la III Bienal de París a la denuncia del totalitarismo
y la represión, bajo el nombre de L'Abattoir, es decir,
El matadero.
Son los retratos
de Hitler, Mussolini, Franco y Salazar. Cada uno lleva los respectivos
emblemas y banderas nacionales, así como las especialidades
en las que ha sobresalido.
A mediados de
los años sesenta ofrece una visión violenta de la
Historia de España en obras como El minero Silvino Zapico
es arrestado por la policía (1967); Sama de Langreo
(Asturias), septiembre 1963; La mujer del minero Pérez
Martínez, Constantina, llamada Tina, es rapada por la policía
(1970) o El estudiante Rafael Guijarro se tira por la ventana
a la llegada de la policía (1970).
Simultáneamente
a la crítica antifranquista, se preocupó por el compromiso
del arte y la vanguardia. Creía que el arte de vanguardia,
lejos de cambiar las condiciones de vida y el sistema de dominación,
se había integrado en el seno de la cultura dominante. Entiende
la vanguardia como una prolongación de la moda a la que hay
que hacer frente. Por ello, en sus obras incluye ácidos comentarios
sobre las figuras indiscutibles de la vanguardia como, por ejemplo,
a Marcel Duchamp en la serie El fin trágico de Marcel
Duchamp (1965).
A Joan Miró
dedicó la serie Miró rehecho o las desgracias de
la coexistencia, en 1966-1967. Al escoger la figura de Miró,
Arroyo tenía en cuenta que se trataba de un artista consagrado
de la vanguardia, opuesto al régimen de Franco y que mantenía
una postura crítica respecto a la situación política
de España.
En Espagne
je te vois y en España te miro el culo se inspira
en la obra La masía, de Miró, pero convierte
el huerto en un campo de exterminio.
En otros cuadros
como Casa de la Cultura en Valdepeñas, I y II o Inauguración:
los cuatro hermanos o cómo hacerse interpelar por los servidores
subdesarrollados, narra acontecimientos concretos, de carácter
policial y represivo, introduciendo motivos iconográficos
característicos del pintor catalán.
La revisión
de la vanguardia continúa con Salvador Dalí. Escoge
al pintor favorito de Dalí, Velázquez, para realizar
Velázquez, mi padre, donde Arroyo se autorretrata
como un niño en pañales en brazos del autor de Las
meninas, sobre un fondo en el que el cielo de la sierra se ve
amenazado por los nubarrones y proyectiles de la guerra civil. Otra
obra es Diferentes tipos de bigote reaccionario español
o varios aspectos del Sindicato de Actividades Diversas.
En 1974 viaja
a Valencia y allí es detenido debido a su actividad antifranquista
y expulsado de España. En 1976, tras el fallecimiento de
Franco, regresará a la Península comenzando una nueva
etapa artística. Todas estas circunstancias hacen que su
obra no sea conocida en España hasta la década de
1980.
A partir de
1976 Arroyo realiza una serie de obras que tratan el exilio, donde
reflexiona sobre los exiliados. Uno de sus ciclos más intensos
es Reflexiones sobre el exilio.
Algunos ejemplos
son La vuelta de los exiliados, Regreso de Companys a
Barcelona o Ángel Ganivet se arroja al río
Dvina.
En Ángel
Ganivet se arroja al río Dvina sintetiza las dramáticas
vivencias de este andaluz desterrado a las frías tierras
del Norte. Recoge el momento en el que tras arrojarse a las heladas
aguas del río Dvina, sólo emergen sus zapatos. Ganivet
fue un exiliado que nunca regresó, por ello no aparece corporalmente
representado sino a través de sus zapatos agujereados y sus
calcetines zurcidos.
En Feliz
quien como Ulises ha hecho un largo viaje, I y II, Arroyo aborda
la situación de aquellos exiliados que sí volvieron
a casa y que la encontraron tan cambiada, que ellos mismos se sintieron
irreconocibles, se sintieron extraños en su propio hogar.
A partir de
1980 lleva a cabo las series Los Deshollinadores y Toda
la ciudad habla de ello. En esta última, explora la noche
y vincula su obra con el cine negro. Proliferan por sus cuadros
los gangsters, los escaparates, rascacielos, neones, atropellos
y acechos. El color dominante es el negro. Un ejemplo, el cuadro
titulado Alivia.
Eduardo Arroyo
es sobre todo un artista polifacético. Como escritor destacan
las obras Panamá Al Brown (1982) y Sardinas en aceite (1990).
También ha diseñado escenografías teatrales,
como su interpretación de la pieza de Calderón de
la Barca La vida es sueño.
En 1982 el centro
Georges Pompidou, de París, le dedicó una gran exposición
retrospectiva y ese mismo año el gobierno español
le concedió el Premio Nacional de Artes Plásticas.
