Ciudad
Romana de Baelo Claudia
Introducción
y generalidades
En un espectacular
paraje conocido como Ensenada de Bolonia, dentro del término
municipal de Tarifa y muy cerca del Estrecho de Gibraltar, las ruinas
de la ciudad romana de Baelo Claudia permanecieron prácticamente
ignoradas entre dunas hasta que, a principios del siglo XX, una
serie de campañas dirigidas por el hispanista francés
Pierre París, permitieron sacar a la luz los primeros restos
de un asentamiento que, a medida que se fue profundizando en las
excavaciones, acabó por revelarse como uno de los trazados
urbanos de época romana más completos, más
ortodoxos y mejor conservados de la Península Ibérica.
Levantada sobre
un enclave fenicio, los orígenes de la Baelo Claudia romana
se remontarían a finales del siglo II a.C., concibiéndose
desde un principio como puerto marítimo de enorme importancia
estratégica en el comercio con las principales urbes norteafricanas.
Alcanzaría,
gracias a la pesca y a la industria del apreciado garum,
un enorme desarrollo durante siglos sucesivos, hasta el punto de
que, a mediados del siglo I d.C., el emperador Claudio acabaría
por elevarla a la categoría de municipium, sin
embargo, en la segunda mitad del siglo II quedó arrasada
tras sufrir un devastador terremoto, y pese a que constan intentos
por reconstruirla poco tiempo después, jamás lograría
recuperar su primitivo esplendor.
Urbanismo
A partir de
los restos que han ido progresivamente viendo la luz, puede extraerse
que, si bien no debió ser nunca una plaza excesivamente hegemónica
desde el punto de vista político, si fue planificada siguiendo
rigurosamente los esquemas básicos del urbanismo romano;
disponiéndose, cercado por una muralla, un trazado ortogonal
de perímetro algo irregular que quedaba articulado a partir
de dos vías principales perpendiculares entre sí (cardo
máximo y decumano máximo), en torno a las cuales,
se distribuían las principales dotaciones tanto de carácter
público (foro, templos, basílica, curia, teatro, mercado,
baños), como de carácter privado (viviendas, tiendas
y pequeñas industrias), todo ello saneado con una funcional
infraestructura de abastecimiento y alcantarillado.
La
muralla
De algo más
de un kilómetro de perímetro y estructurada a base
de lienzos separados por torres, el escaso relieve de los muros
unido a que la etapa de máximo esplendor de la urbe coincidió
con los tiempos de la pax romana, parece atestiguar
el hecho de que no fuese concebida como un cerco de finalidad defensiva,
sino más bien, como un simple elemento delimitador del espacio
urbano.
Constaría
de cuatro puertas principales en las que desembocarían cardo
y decumanus; mas una serie de ingresos secundarios, todas de carácter
monumental y flanqueadas por torres. Cada una de ellas abriría
a las principales vías de comunicación confluyentes
en Baelo Claudia, destacando la de Carteia (asentamiento cercano
a la actual población de San Roque) al este, la de Asido
(Medina Sidonia) al norte, y la de Gades (Cádiz) al oeste.
Foro
En el punto
de intersección de los dos principales viales de la ciudad
se emplazaba el foro, un amplio espacio abierto en torno al cual,
se levantaban los principales edificios públicos y administrativos
de la urbe.
De planta rectangular,
quedaba delimitado al norte por el Capitolio y al sur por la basílica;
mientras que en los costados laterales porticados, los edificios
oficiales como la curia irían desplazando a posiciones más
periféricas las distintas tiendas que, en un primer momento,
allí se dispondrían.
Templos
Delimitando
el foro en su costado septentrional se levantaban, en posición
dominante, tres templos gemelos tetrástilos dedicados las
deidades que constituían la Triada Capitolina: Jupiter, Juno
y Minerva. Contaba cada uno de ellos con su propio acceso independiente
a través de gradas que, salvando el desnivel, comunicaban
con el pórtico que precedía la cella o morada de la
divinidad.
Junto a ellos,
en el ángulo noroccidental del foro, se erigía un
cuarto templo de mayores dimensiones que, a juzgar por una serie
de inscripciones aparecidas en el entorno, estaría dedicado
a la diosa egipcia Isis. Quedaba igualmente destacado sobre un amplio
basamento al que se accedía por una amplia escalinata, tras
la cual, un muro perimetral delimitaba un patio rodeado de columnas
en cuyo espacio central, se elevaba la cella.
En torno al
templo, son aún perceptibles los restos del pozo, del altar
y del resto de dependencias destinadas a la celebración de
los cultos isiacos.
Basílica
Al sur del foro
y junto al decumano máximo, la basílica fue, sin duda,
el centro neurálgico de la actividad civil y comercial de
Baelo Claudia.
De planta rectangular,
constaría de dos plantas articuladas en torno a un espacio
central rodeado de columnas; de orden compuesto las del nivel superior,
y jónicas las del piso bajo, situándose en éste
último una estatua del emperador Trajano que, a partir del
siglo II en que fue colocada, presidiría los consejos allí
celebrados.
Al interior,
paredes y soportes estarían en origen profusamente decorados
con estucos y pinturas murales.
Mercado
Contiguo a la
basílica y asomando igualmente al decumano máximo,
fue construido para albergar en un espacio unificado la actividad
comercial de la ciudad una vez fue desplazada del foro principal.
Presentaba en
origen dos niveles, estructurándose el inferior a partir
de un espacio central rectangular de extremos ochavados en torno
al cual, se abrían, separados por pilares, un total de diez
pequeñas tiendas.
El conjunto
quedaba presidido, justo en el centro del patio, por un pequeño
templete ligeramente resaltado en altura en el que, probablemente,
se veneraría al dios Mercurio, divinidad relacionada con
el comercio.
Teatro
En el sector
occidental de la ciudad y contiguo a la muralla, el teatro romano
de Baelo Claudia es una construcción de mediados del siglo
I cuya estructura es, incluso hoy, perfectamente reconocible.
Fue edificado
aprovechando una leve ondulación del terreno que resultaba
del todo propicia para la adaptación del un graderío
o cavea, el cual, quedaba dividido en tres sectores
bien diferenciados para albergar a los espectadores según
su clase social. Dicha circunstancia justifica la cantidad de ingresos
con que fue dotado, todos ellos planteados a modo de pasadizos abovedados.
Contaba además
con varias fuentes monumentales dispuestas entre la scena
y la orchesta cuyas aguas, provenían de un aljibe
horadado junto al sector oeste del graderío.
Baños
Al pie del decumano
y junto a la puerta de Gades, se conserva un edificio de termas
que, muy probablemente a juzgar por sus proporciones en comparación
al desarrollo de la ciudad, no sería ni el único ni
el más importante con que contaría la urbe.
Constaría
de tres ambientes bien diferenciados para el disfrute del ciudadano:
una sala caliente o caldarium cuya temperatura se regulaba
a partir de un horno, una sala templada o tepidarium,
y una sala fría o frigidarium con dos piscinas;
una apta para la inmersión, y una segunda menos profunda
para aspersiones, la cual, fue dispuesta en un espacio semicircular
a modo de exedra.
Área
industrial
La principal
fuente de riqueza que permitió el rápido desarrollo
de la ciudad de Baelo Claudia fue la pesca, desarrollándose
en sus factorías artesanales, situadas en la zona sur de
la ciudad junto al mar, una floreciente industria conservera que
abastecía de garum y pescado en salazón
a buena parte del Imperio occidental, incluida la metrópoli.
Las distintas
excavaciones han sacado a la luz parte de las fábricas, siendo
perfectamente reconocibles tanto las estancias de manipulación
y preparado de materia prima, como las piletas en las que se depositaba
el producto a la espera de ser enviado a su destino en ánforas
herméticamente cerradas.
Viviendas
Mientras que
los operarios de las fábricas residirían en modestos
condominios en áreas urbanas periféricas, las clases
más acomodadas, enriquecidas gracias a la actividad industrial
y comercial, hicieron levantar sus domus en el sector
sur de la urbe, no lejos de las fábricas.
Estas domus
se estructurarían en torno a un patio central porticado al
cual, abrirían las diferentes estancias, la mayoría
de ellas enriquecidas en sus muros con estucos reproduciendo formas
geométricas y vegetales.
Necrópolis
Las distintas
excavaciones han podido constatar la existencia en Baelo Claudia
de, al menos, tres espacios cementeriales a extramuros: dos de ellos
flanqueando las vías hacia Gades y Carteia, y una tercera
al norte del núcleo urbano.
En todas ellas
se adivinan desde humildes enterramientos individualizados a base
de pequeñas piezas monolíticas labradas o lisas llamadas
betilos, hasta suntuosos mausoleos arquitectónicos
de una o dos cámaras.
Obras
públicas
Pese a la aridez
del entorno y a su particular emplazamiento en la misma orilla del
mar, Baelo Claudia contó con un moderno sistema de abastecimiento
basado en tres acueductos que, desde los manantiales que brotaban
de las sierras adyacentes, nutrían de agua a la ciudad; quedando
almacenada en una gran cisterna ubicada al norte del conjunto urbano,
y que discurría perfectamente canalizada a través
de un complejo entramado de conducciones y desagües.
Restos
muebles y ornamentales
Son numerosas
las piezas que, a partir de los numerosos estudios y campañas
de excavaciones de las que ha sido objeto conjunto, han ido progresivamente
viendo la luz. De todas ellas, la más llamativa por su simbolismo
y por sus proporciones es la estatua marmórea del emperador
Trajano que presidía la basílica mayor.
Igualmente,
en las inmediaciones del foro, han aparecido diversas representaciones
divinas entre las que destaca una pequeña representación
de Júpiter en bronce, y varias placas votivas de la diosa
Isis.
Del teatro han
podido ser rescatados dos magníficos silenos recostados que,
probablemente, formarían parte de las fuentes monumentales
que se dispondrían entre la orchesta y la scena.
De sobresaliente
relevancia fue el hallazgo, junto a los restos de los pórticos
en torno al foro, de un ara gracias al cual, merced a una inscripción
perfectamente legible, se ha podido confirmar el rango de municipio
con que fue distinguido el asentamiento.
Por último,
conviene mencionar además de los numerosos fragmentos de
soportes y capiteles que han ido apareciendo en distintas áreas
urbanas, la buena colección de ánforas destinadas
al almacenaje y transporte de los derivados del pescado que han
sido recuperadas, algunas de ellas intactas, en la zona industrial
de la ciudad.
(Autor
del artículo/colaborador de ArtEEspañA:
José Manuel Tomé)