Obra
y Biografía de Benozzo Gozzoli
Perfil
biográfico
Benozzo Lese
di Sandro, rebautizado como Benozzo Gozzoli por Giorgio Vasari en
su célebre Vida de los mejores arquitectos, pintores
y escultores italianos, fue uno de los más importantes
pintores del Renacimiento Quatrocentista florentino.
Nacido
en las proximidades de Florencia en el año 1421, completó
su periodo de formación en los años cuarenta junto
a Fray Angélico, con quien colaboraría directamente
en varias de sus obras tanto en la propia capital toscana como en
Roma. Entre 1444 y 1447, completó su aprendizaje con Lorenzo
Ghiberti, quien le introduciría en el mundo de la orfebrería
al
hacerle partícipe de su proyecto de las Puertas del Paraíso
del
baptisterio florentino.
Ya en su madurez,
crearía su propio taller independiente, siendo reclamado
desde distintas ciudades, sobre todo de la Toscana y la Umbría,
para la realización de diferentes obras tanto para comitentes
particulares como para proyectos comunales.
Perfil
artístico
Pese a que en
la actualidad no puede decirse que goce del mismo renombre alcanzado
en la actualidad por otros contemporáneos suyos como su maestro
Fray Angélico,
Piero de la Francesca o el propio Filippo Lippi; Benozzo Gozzoli
fue uno de los pintores más solicitados y más afamados
dentro del ambiente quatrocentista toscano, pudiendo atribuírsele,
gracias también a su longevidad,
cerca de un centenar de obras pictóricas.
Aunque cultivó
la pintura sobre tabla, conservándose numerosos retablos,
polípticos y altares salidos de su taller; Gozzoli destacó
sobre todo en la suerte de la pintura mural al fresco. En sus obras,
aún con ciertas reminiscencias goticistas, se advierte claramente
la influencia de su
maestro formador Fray Angélico; sobre todo en el brillo y
la intensidad en el uso de los colores, o en la suavidad en el tratamiento
de los rostros.
Posiblemente
de su breve estancia en el taller orfebre de Lorenzo Ghiberti, pudo
adquirir el gusto por el detallismo que denotan sus trabajos, sobre
todo en las vestimentas de los personajes representados. Igualmente,
llama la atención el naturalismo de sus paisajes y el interés
por lo anecdótico que denotan la mayoría de sus composiciones.
Obras
Frescos
del Convento de San Marcos de Florencia
Fue la primera
empresa de relevancia de Benozzo Gozzoli, quien en colaboración
con su maestro Fray Angélico, decoró varias de las
celdas del convento dominico proyectado por Michelozzo.
De
todo el ciclo de pinturas murales, han venido siendo atribuidas
a la maestría de Gozzoli las escenas de la Virgen junto a
Cristo crucificado, la Virgen junto a San Pedro
Mártir, Santo Domingo ante el Cruficijo, Cristo en el Limbo,
Las
Tentaciones y el Sermón de la Montaña, la entrada
triunfal de Jesús en Jerusalen, la Oración en el Huerto
o la Adoración de los Magos.
Bóvedas
de la Capilla de San Brizio en la Catedral de Orvieto
Tras una breve
estancia de aprendizaje de tres años a las órdenes
de Lorenzo Ghiberti, Gozzoli retomó su formación con
el Beato Angélico, siendo junto a él reclamado desde
la ciudad de Orvieto en 1447 para la decoración de la Capilla
de San Brizio de la Catedral.
De
todo el proyecto previsto, sólo completó dos de los
plementos de la bóveda principal con las escenas de Cristo
Juez y los coros angélicos, siendo culminada la empresa medio
siglo después gracias a Luca Signorelli.
Capilla
de Nicolás V en los Palacios Vaticanos
A finales de
la década de los cuarenta y de nuevo junto a Fray Angélico,
Gozzoli participó en la decoración mural de la llamada
Capilla Nicolina, en los Palacios Vaticanos. Para ella, el tema
encargado por el recién elegido pontícife fueron escenas
de la vida de San Esteban y San Lorenzo,
pudiendo identificarse claramente la mano del pintor florentino
en el registro medio de la estancia bajo los lunetos: concretamente
en los pasajes que ilustran la Condena a muerte y al Martirio de
San Lorenzo.
Ciclo
de pinturas murales en la Iglesia de San Francisco de Montefalco
Establecido
ya por cuenta propia, Gozzoli comenzó a hacerse un nombre
dentro del ambiente artístico centroitaliano del Quattrocento.
Durante la década de los 50, su ámbito de actuación
se centró por tierras de la Umbría, habiéndonos
dejado un buen número de obras sobre tabla de relevancia
en
ciudades como Perugia, Narni o Foligno.
Sin embargo,
fue en la localidad de Montefalco donde pudo desplegar por primera
vez su maestría en obras murales. Allí, además
de puntuales intervenciones en los conventos Santa Clara y San Fortunato,
deslpegó en la Iglesia de San Francisco, convertida hoy en
Museo Cívico de la ciudad,
un completísimo ciclo de pinturas sobre la vida de San Francisco
dividido en 12 escenas a lo largo y ancho del espacio absidal. En
el mismo templo, también le han sido atribuidas puntuales
intervenciones en la Capilla de San
Jerónimo.
El
cortejo de los Reyes Magos en el Palacio Medici-Riccardi
Hacia 1459 Benozzo
Gozzoli se establecería de nuevo en Florencia al serle encargada
la decoración de la capilla privada del suntuoso palacio
Medici-Riccardi que, años antes, había sido proyectado
por Michelozzo a instancias de Cosme de Medici.
Dicha obra,
sin duda la más ambiciosa y que más fama ha otorgado
a este pintor quatrocentista, presenta el tema de Los Reyes Magos,
sin embargo, el autor da un interesantísimo giro temático
para, con la excusa de representar una escena de carácter
religioso, plasmar un completísimo retrato de la vida social
florentina de la época. Para la representación, Gozzoli
toma como inspiración el momento en que el opulento cortejo
de los patriarcas de las iglesias latina y bizantina reunidos en
Ferrara, se desplazan a la ciudad de Florencia, donde continuarán
con la reunión conciliar bajo el patrocinio de los Medici.
A lo largo y
ancho de la composición mural y en un ameno entorno paisajístico
que aún acusa ciertos retazos goticistas, son perfectamente
reconocibles además de destacados miembros de las cortes
eclesiásticas católica y bizantina, los retratos de
distintos notables de la sociedad del momento: miembros de familias
nobles como los propios Medici, los Sforza o los Malatesta; humanistas
como Marsilio Ficino, o el propio pintor Benozzo Gozzoli, quien
se autorretrata en un discreto segundo plano plasmando su inequívoca
firma sobre el bonete rojo que cubre su cabeza.
La
historia de San Agustín en San Gimignano
A la par que
iba cumplimentando diversos encargos sobre tabla tanto para comitentes
particulares como para las jerarquías eclesiásticas,
entre 1464 y 1464 Gozzoli emprendió la tarea, por encargo
del mecenas Domenico Strambi, de representar en los muros absidales
de la iglesia de San Agustín de la localidad de San Gimignano,
un completo ciclo de 17 escenas de la vida del santo titular del
templo.
Durante estos
años compuso también varias Vírgenes y crucificados
sobre tabla tanto para los diferentes templos de la localidad, recién
salida de una peste, como para el propio palacio cívico.
Ultimas
obras en torno a la ciudad de Pisa
Durante
sus últimos años y al mando de su cada vez más
prolífico taller, en el cual trabajaban dos de sus hijos,
su marco de actuación se centró en torno a la ciudad
de Pisa, en cuya capital, emprendió el encargo de decorar
los muros del cementerio, hoy prácticamente desaparecidos
debido al castigo que sufrieron durante los bombardeos que sufrió
la ciudad durante la II Guerra Mundial.
En distintos
pueblos de la provincia, acometió la realización de
distintos retablos, altares y tabernáculos, entre los que
caben ser destacados el llamado dei Giustiziati en Certaldo;
el de Legoli, o el de Castelfiorentino, conocido como de la
Visitación.
Encontraría
la muerte, probablemente afectado por la peste, en la también
ciudad toscana de Pistoia en 1497.