
Obra
y biografía de Antonio Saura
Antonio Saura
es uno de los principales representantes del expresionismo abstracto
español.
Nació
en Huesca en 1930, en una familia muy culta. Su hermano es el director
de cine Carlos Saura. A los trece años padeció una
enfermedad que le obligó a permanecer en la cama un largo
periodo de tiempo. Durante esta época se dedicó a
leer y comenzó a dibujar. Nunca recibió una educación
académica, sino que se formó de forma autodidacta.
Se inclinó
al principio por la corriente surrealista con obras como El marqués
de Sade y una adolescente virgen o las series sobre Constelaciones.
Colaboró, además, con los grupos españoles
de vanguardia Tendencias 2 y Arte Fantástico.
En
1952 se trasladó a París, donde residió hasta
1955. Allí entró en contacto con las vanguardias de
la época, con el informalismo francés y con el arte
americano de Pollock y De kooning. Su obra evolucionó desde
un inicial surrealismo hacia una pintura de trazos enérgicos
y paleta reducida, hacia lo abstracto y el arte gestual.
Cuando regresa
a España, se convierte en el teórico de la introducción
del informalismo en España. En 1957 funda en Madrid el grupo
El Paso junto con otros artistas españoles como Canogar,
Feito, Millares, que utilizaban un nuevo lenguaje cercano a la estética
del informalismo.
La obra de Antonio
Saura toma del surrealismo lo negativo, lo monstruoso, lo natural,
lo violento y lo intuitivo, del Action Painting, toma el carácter
gestual del proceso creativo y del informalismo, la abstracción.
De su extensa
producción sobresalen las series Crucifixiones, historia
de España, Multitudes, Retratos imaginarios
o Saurimaquias.
Multitudes
En la serie
Multitudes, la multitud adquiere una personalidad, una fisonomía
propia, diferente a los de los elementos que la componen. La multitud
es una avalancha de figuras distorsionadas que lo ocupan todo y
que carecen de nombre.
Son anónimas
porque su finalidad es la de constituir un todo. Se definen en relación
al espacio que ocupan y al movimiento en el que se inscriben.
Saura elimina
el espacio figurativo tradicional, el lugar en el que pueden moverse
las figuras y lo convierte en espacio pictórico, donde destacan
unos motivos. Cada uno de estos motivos deja de representar un singular,
son un tipo.
Retratos
imaginarios
En la serie
de los Retratos imaginarios, Saura reduce la figura a esquemas elementales
para luego recomponerla.
El Retrato
imaginario de Felipe II está inspirado en el retrato
del monarca que hizo Sánchez Coello. Felipe II es una figura
monstruosa, destaca el énfasis del negro en el cuerpo y el
sombrero, en su cara sobresalen los ojos y la fuerte quijada característica
de los Austrias. Es un rostro de gran violencia, que queda potenciada
mediante la energía del trazo.
El retrato
imaginario de Brigitte Bardot es un retrato irreal, inventado,
en el momento álgido de la artista. Lo importante aquí
no es el parecido con la modelo, sino la imagen mental que nos hemos
forjado del personaje. Utiliza el negro y el blanco para alcanzar
la máxima expresividad.
En este retrato
observamos la ausencia de profundidad, la bidimensionalidad, que
será algo característico en su obra.
El grito
es una obra del mismo año que el retrato de Brigitte y es
estilísticamente similar. Una figura humana con piernas abiertas
y brazos levantados, cuya cabeza se ha convertido en una gran boca
que emite un grito. La pincelada es de trazo grueso, contundente,
y conforma el contorno del personaje. El fondo, blanco y gris, enfatiza
el aspecto tenebrista de la expresión de dolor.
La figura femenina
será una constante en la obra de Saura. En 1977 realizó
La cámara ardiente o Los amores célebres,
pero con anterioridad había ejecutado La dama, Bailaora,
Petite Dame o Lolita.
La sexualidad
se convierte en un rasgo definitorio de las imágenes. El
cuerpo de la mujer adquiere una gran violencia, que se agita por
el deseo y porque es objeto mismo del deseo.
En su última
etapa, rechazó el formato pequeño para crear composiciones
de grandes dimensiones en las que introduce también el color.
Algunos ejemplos son Transformaciones o Superposiciones.
Fue también
un estudioso de la historia del arte, analizando obsesivamente la
obra de Goya y en especial El perro que decoraba una de las paredes
de la Quinta del Sordo.
Finalmente,
falleció en 1998 en Cuenca.
