Alonso
Cano. Biografía y obra
Introducción
a la vida y obra del pintor alonso Cano (1601-1667)
Completando
la tríada de pintores formados en la Sevilla del s.XVII e
introductores en la misma del naturalismo deudor de Ribera, se encuentra,
al lado de Pacheco y Velázquez, Alonso Cano; pintor, escultor,
arquitecto, diseñador
un hombre en la línea de
los grandes humanistas del pasado Renacimiento, interesado en muy
diversas áreas del saber y enamorado en su madurez de una
idealización y un clasicismo extraños en tiempos del
Barroco tenebrista.
Alonso Cano
puede ser considerado asimismo como uno de los más importantes
componentes del foco artístico escultórico granadino
del s.XVII, e iniciador, junto con Pedro de Mena, de la segunda
etapa dentro de la escultura española.
Biografía
de Alonso Cano
Alonso Cano
nace en 1601 en Granada, de padre retablista que decidirá
la mudanza de la familia a Sevilla cuando el hijo cuente alrededor
de doce años. Será en esta ciudad donde este versátil
artista, pintor y autor de diseños para arquitectura, realice
su formación como escultor, aprendiendo al lado de Martínez
Montañés, y como pintor, durante un breve periodo,
de la mano de Pacheco, cuya condición de maestro de Velázquez
convertirá a ambos muchachos en condiscípulos.
De esta inicial
etapa andaluza data su primera obra fechada, un cuadro que representa
a San Francisco de Borja (1624), además de una temprana e
importante colaboracion en la Iglesia de Santa María de Lebrija
(1629), diseñando y esculpiendo las piezas para el retablo
de su altar mayor.
Alonso va a
residir en Sevilla hasta el año de 1638 en que se traslade
a Madrid, donde realizará un descubrimiento que resultará
clave en su producción posterior: las grandes colecciones
de grabados y dibujos del rey.
Su fama en la
Corte será tal que, además de trabajar como pintor
de cámara del Conde-Duque de Olivares, recibirá el
encargo, junto a Velázquez, de seleccionar nuevas obras para
el incendiado Palacio del Retiro y restaurar algunas de las dañadas.
Lo cierto es
que su vida fue bastante inquieta (aunque en su serena obra no se
aprecie dicha circunstancia), llegando incluso a verse obligado
a abandonar la Corte acusado de haber intervenido en el asesinato
de su segunda esposa.
Cano optará
por retirarse a un exilio forzoso, Valencia en estos momentos (1644),
donde permanecerá durante un corto periodo de tiempo antes
de regresar a Madrid. Es fInalmente en esta ciudad donde se decanta
por la pintura y se puede apreciar un cambio en su estilo, ahora
mucho más delicado, que ya en su etapa sevillana había
iniciado un viaje por la senda del clasicismo.
Hacia 1652 regresará
a su ciudad natal, donde permanecerá hasta su muerte en 1667,
recibirá el cargo de racionero de la Catedral de Granada
y llevará a cabo parte importante de su producción
en la capilla mayor de la misma con una obra mariana seriada.
Principales
obras de Alonso Cano
Lo cierto es
que fue la pintura la técnica que más consiguió
atraer la atención de Alonso Cano durante su vida, siendo
igualmente con la que mayor cantidad de obras produjo, en detrimento
de una prolificidad escultórica o arquitectónica.
Pero, aunque
su labor como escultor fue muy escasa, resulta muy representativa
de la segunda mitad del s.XVII. Alonso Cano buscaba en las obras
que realizaba, por encima de cualquier otra consideración,
la belleza, algo que se puede apreciar en sus imágenes esbeltas,
las cuales adoptan formas de huso y poseen rostros ovales, ropajes
que se pliegan y la capacidad de transmitir una gran tranquilidad.
En su arte,
Cano, consiguió alcanzar un difícil equilibrio entre
un ideal manifesto en su canon estético de belleza, y un
realismo hijo del Barroco. Una de las piezas más representativas
de dichas características es su famosísima escultura,
que sentó las bases para una nueva tipología, de la
Inmaculada Concepción (1654) encargada por el cabildo
de la Catedral de Granada para ubicarla en lo alto de un facistol.
Responde al
modelo defendido por Pacheco y anticipa el Rococó. No es
su única obra de importancia sin embargo, la mayoría
de ellas en muy estrecha relación con su labor como retablista,
siendo sus dos etapas andaluzas, sevillana y granadina, las que
mayores frutos dieron en este terreno; así, realizó
piezas excelentes, muchas de ellas vírgenes, en el retablo
mayor de Lebrija, en la Catedral de Sevilla o en la de Granada.
Será
también en esta última donde lleve a cabo su labor
más importante como arquitecto, diseñando la fachada
(aprobada por el cabildo poco antes de su muerte), aunque no fue
su único trabajo: una hoy día desparecida Iglesia
del Convento del Ángel fue producto de su esfuerzo, al igual
que se cree partes del Hospital Real de Granada.
En lo que respecta
a su producción pictórica, es imposible no sentir
envidia por el conocimiento directo que tuvo de aquéllos
cuyas influencias se aprecian en la misma, Velázquez el primero,
seguido por un sinnúmero de maestros venecianos alojados
en la colección real. Esto es importante porque contribuyó
a definir su estilo, aún ligeramente tenebrista, aportando
a su paleta esa suavidad tan característica de su obra posterior.
En Madrid realizará algunos de sus mejores lienzos, como
el conocido Milagro del Pozo, o el Descenso al limbo,
junto con composiciones de vírgenes de una delicadeza cada
vez mayor.
Vírgenes
serán asimismo las protagonistas del gran trabajo que cerrará
su producción: el ciclo de la vida de la Virgen de la
Catedral de Granada. De enormes dimesiones, y conformado por
siete episodios, supone la culminación del clasicismo y el
lirismo en la obra de Cano.