
Obra
y biografía de Alonso Berruguete (1490 - 1561)
Introducción
al escultor Alonso Berruguete
Alonso
Berruguete es un representante manierista dentro de la corriente
escultórica renacentista que a lo largo del s.XVI tuvo lugar
en España.
Alonso Berruguete
formará parte, junto con Diego de Siloé y Bartolomé
Ordóñez, del denominado grupo de las "águilas
del Renacimiento español". Formados en Italia, regresarán
a España hacia la segunda década de 1500 trayendo
consigo lo asimilado en el país itálico y contribuyendo,
de esta manera, a la renovación de la escultura del momento.
A pesar de que
el primer foco dónde se desarrolle esta etapa del nuevo lenguaje,
cada vez más alejada del quattrocentismo inicial, lo constituya
Burgos, será Valladolid la ciudad que verdaderamente se erija
en capital de la escultura castellana renacentista (con Alonso Berruguete
como principal artífice y, años después, Juan
de Juni) una vez truncado el porvenir de la escuela burgalesa debido
a la ausencia de Siloé y la muerte prematura del joven Ordóñez.
Es
posible advertir que, en general, el estilo predominante de esta
nueva tendencia escultórica derivará hacia fórmulas
dramáticas aprendidas del estudio de la obra de artistas
italianos aunque, eso sí, interpretadas en clave muy distinta
en cada uno de los casos, siendo el más experimental de los
tres Berruguete, el cual derivará hacia formas y conceptos
manieristas.
Biografía
de Alonso Berruguete
Hijo del también
pintor Pedro Berruguete (bajo cuya tutela comenzará su aprendizaje
artístico antes de su marcha en 1507 a Italia), se sabe que
nació en la localidad de Paredes de Nava, acontecimiento
que debió producirse hacia 1490 aunque la fecha precisa se
desconoce (la data varía en función de los autores,
pudiéndose encontrar igualmente mencionados los años
de 1488, 1489 e incluso 1486). Formado en Roma y Florencia, tendrá
la ocasión de poder entrar en contacto con jóvenes
artistas manieristas, así como de conocer las composiciones
de la Antigüedad clásica y estudiar la obra de Leonardo,
Donatello, Rafael y Miguel Ángel (especialmente influyente
resultará en su obra el grupo escultórico del Laocoonte,
recién descubierto en 1506), antes de regresar a España
alrededor de 1517.
Una vez de vuelta
en su país natal es posible situarle trabajando en Zaragoza
en un proyecto financiado por Carlos V, pasando a convertirse en
pintor del rey en fecha próxima. Será el año
de 1523 el momento clave a partir del cual comience a desarrollar
su actividad como escultor, fijando su residencia y taller en Valladolid.
Es cerca de esta fecha asimismo cuando contratará uno de
sus trabajos más importantes: el retablo de la Mejorada de
Olmedo (Valladolid) en colaboración con Vasco de la Zarza.
Gracias al éxito obtenido con esta pieza tendrá la
oportunidad de concertar en 1526 la ejecución de una de sus
obras más populares, el retablo mayor de San Benito el Real
de Valladolid, con la que asentará definitivamente su fama.
Encargos siguientes
los constituirán el retablo mayor del Colegio de los Irlandeses
en Salamanca y el retablo para la capilla funeraria del banquero
Diego de la Haya situada en la iglesia de Santiago de Valladolid,
entre muchos otros. A esta etapa vallisoletana le seguirá
otra marcada fundamentalmente por el trabajo que desarrollará
a partir de 1539 en Toledo, ciudad dónde realizará
parte de la magnífica sillería del coro de la Catedral,
constituyendo su último encargo finalizado el sepulcro del
cardenal Tavera en el hospital homónimo toledano (Berruguete
morirá el mismo año en que se termine la obra).
Principales
obras de Alonso Berruguete
Considerado
como uno de los grandes renovadores del lenguaje escultórico
en España, la obra de Alonso Berruguete se caracteriza por
la enorme angustia espiritual impresa en sus composiciones de rasgos
expresivos y matices dramáticos, así como por el dinamismo
y una cierta "impaciencia" apreciable en los acabados.
A pesar de haberse
empapado durante sus años de juventud del legado clásico,
su trabajo no destacará por la armonía característica
inherente a dicha corriente (aunque sí por su belleza, sin
embargo) sino por la influencia y asimilación de la violencia
interna miguelangelesca, reelaborada formalmente en una clave mucho
más estilizada, y exacerbada a la vez.
Junto con ello, no es posible obviar que Berruguete se formó
también como pintor, hecho que es posible advertir en el
peculiar manejo de la perspectiva que realiza en sus obras tridimensionales,
además de en el sabio uso que de la luz y la policromía
hará.
Pinturas
A pesar de que
Berruguete ha pasado a los anales de la Historia del Arte fundamentalmente
por su trabajo como escultor, es preciso señalar alguna de
sus obras principales como pintor, caso de las tablas del Retablo
de San Benito en Valladolid, en las cuales son apreciables características
similares a aquellas que definirán al resto de sus realizaciones.

Escultoricas
Las características
propias del quehacer escultórico de Berruguete, su intenso
sentido dramático así como las frecuentes incorrecciones,
son muy apreciables en el Retablo de la Mejorada de Olmedo (1525-1526),
en el cual los personajes aparecen trazados con un ardoroso arrebato,
llegando incluso a olvidar Alonso en ocasiones (o pareciéndolo
al menos) la necesidad de la ejecución de unas proporciones
adecuadas a la ubicación de las figuras.
Serán,
sin embargo, la inestabilidad y deformación de los personajes
muestras apreciables ya del análisis y recorrido que de y
por los sentimientos realice Berruguete en sus composiciones.
Con respecto
al Retablo de San Benito (1526-1532), en sus figuras es posible
encontrar un ejemplo de la convivencia de las formas italianizantes
con el dramatismo miguelangelesco: cabezas berruguerescas (en las
cuales se puede apreciar la influencia de Donatello) en un ejercicio
de manifestación del dolor, indumentarias manipuladas con
paños que parecen flotar, cuerpos dónde se realiza
un auténtico estudio de la anatomía masculina, líneas
retorcidas sobre su propio eje en una espiral ascendente que estiliza
las figuras, imperfecciones en la ejecución de la talla
Todo
ello al servicio de un resultado en el que la gracia y el temor
se mezclan a partes iguales.
Será
sin embargo el trabajo realizado en la Sillería del coro
de la Catedral de Toledo (1539-1543) una de sus más bellas
obras. Junto con la gran perfección que alcanzará
en la forma (la calidad de los acabados es mayor), es posible apreciar
la idea que del quehacer artístico posee Berruguete (concibe
el arte como un ejercicio intelectual). Aquí, continuará
jugando con las posturas de los personajes y las composiciones de
plegados en los ropajes en su búsqueda de movimiento y expresionismo,
además de que realizará un magnífico estudio
psicológico de las emociones humanas.
